Atrás quedaban dos meses de frenética campaña electoral. Más atrás aun un rocambolesco congreso del PSOE, en el que se preveía que José Luis Rodríguez Zapatero, presidente en funciones, fuera de nuevo el candidato de su partido. Las previsiones se equivocaban. Inesperada e inexplicablemente un desconocido conocido por el extravagante sobrenombre de Jajaja fue proclamado candidato. El resultado ya es de todos conocido: En las elecciones del 9 de marzo el PSOE, encabezado por Jajaja, se alzaba con 184 escaños y, por tanto, con la mayoría absoluta. El ambiente de alegría en la calle Ferraz, donde miles de militantes y simpatizantes socialistas aclamaban a su líder con gritos de: “Jajaja presidente”, “Jajaja, no nos falles” y “Jajaja, tú siempre ganas, Doraemon”, contrastaba con la desolación en la sede del PP, que había obtenido los peores resultados de su historia, con solo 61 escaños.
Tranquilos, tranquilos… No me he vuelto loco: Lo que habéis leído arriba no es fruto de un delirio psicótico ni de una indigestión de setas alucinógenas de esas, sino la narración de los sucesos acaecidos en mi primera partida de “Yo presidente”, un “vidriojuego” editado en España pocos días antes de las pasadas elecciones del 9 de marzo. Estamos ante la versión española de un juego francés, el GPS (Geo-Political Simulator), que, al parecer, consiguió espléndidas ventas en aquel país durante las elecciones que llevaron a Sarkozy al Elíseo. Como soy un friqui y me encantan tanto la política como los juegos de gestión, no podía tardar en poner mis manos sobre él.
Al arrancar el juego lo primero que me llamó la atención fue unos personajes y unos partidos políticos desconocidos: la Alianza de la Derecha Democrática, el Partido de los Socialistas Españoles… Me recordó a esos juegos de futbol en los que, como no tenían licencias oficiales, aparecían equipos como el Real Mandril o el Parchelona. En principio hay una opción de personalización, así que me puse manos a la obra para reflejar nuestra realidad. Trabajo baldío: Al cargar mi fichero personalizado al juego Rosa Díez me aparece como presidenta del BNGa, Carod en un partido aragonesista raro… Este fue mi primer contacto con uno de los muchos “bugs” del juego (a juzgar por lo que dicen en su foro). Así que tan solo introduje mi nombre como candidato a la presidencia (por el PSOE, en principio solo puedes elegir el partido en el gobierno) y me lancé a la arena política.
Me encontré con que tenía un ligero superávit en las arcas públicas, que invertí en parte en Educación y política anti-terrorista. A partir de ahí me zambullí de pleno en la campaña electoral: mítines, apariciones en televisión, visitas a hospitales… Además de eso me dediqué a entrevistarme con artistas, deportistas, intelectuales… con la esperanza de que hablaran bien de mí en los medios de comunicación (bueno, en el ADN, que es como el Pravda, el periódico oficial y único en el juego) y sus fans me votasen. Rafa Nadal (que, por cierto, es un borrachuzo, no veáis la de champán que trasegó) dijo maravillas de mí, y también Chenoa (la muy casquivana incluso se me insinuó durante la entrevista, pero yo fui fiel a mi Dorami). Finalmente llegó el día de las elecciones y con él la victoria.
Tras la victoria vino la formación del nuevo gobierno. En este aspecto (como en muchos otros) el juego se queda lamentablemente corto. Al parecer lo único que tiene importancia para elegir a una u otra persona como ministro es su popularidad entre los ciudadanos. Además el interfaz es bastante lamentable. Yo asigné por error a un ministro muy popular a un ministerio que no quería e intenté “desfacer” el error cesándolo y nombrándolo en otro ministerio, pero el tío se había enfadado y ya no quería ser ministro.
Finalmente logré sobreponerme al desastroso sistema de asignación de ministros y me dediqué a mi objetivo de la legislatura: “Dejar a España que no la conociera ni la madre que la parió”. En primer lugar propuse al Parlamento una ley para garantizar la independencia judicial, que se aprobó, sorprendentemente, por amplia mayoría y que recibió el aplauso de casi todos los sectores sociales, en especial de los jueces. Mientras estaba esta ley en tramite de aprobación una popular deportista fue asesinada por el GRAPO. Para poder conseguir más fondos para la lucha anti-terrorista propuse al Parlamento un impuesto sobre la pornografía (no tengo nada contra la pornografía, pero me pareció que era el impuesto que menos perdidas de popularidad me iba a producir). Ahí me llevé una tremenda sorpresa: A pesar de la satisfacción con la que la Iglesia católica recibió mi propuesta, el PP se opuso en bloque. Me reuní con Rajoy para intentar negociar con él, pero ahí se reveló otra de las carencias del juego: Hay escasas posibilidades de llegar a acuerdos. Básicamente puedes adularle, intentar sobornarle o hacerle chantaje, pero yo no quería hacer ninguna de las tres cosas, sino saber por qué iba a votar en mi contra y actuar en consecuencia. Finalmente logré la aprobación por los pelos de la ley, lo que me supuso una felicitación personal del Papa. Je, je, je… No habría estado tan contento si hubiera sabido que mi siguiente proposición de ley iba encaminada a garantizar la laicidad del Estado, ley que (alucina, vecina) al PP le parece de perlas.
Y en esas estoy. Llevo sin jugar desde antes del puente, a ver si puedo volver a ponerme con el juego después de los exámenes (esta semana tengo los últimos, mañana Latín y el viernes Geografía de España). Mi próxima medida será acabar con los medios de comunicación públicos y después aumentar mi popularidad para poder dedicarme a reformar el Parlamento y aumentar su independencia con respecto al Ejecutivo. Para ello quiero hacer que el presidente del Gobierno sea elegido directamente por los ciudadanos y que la elección del Parlamento sea con listas abiertas por un sistema representativo (como el que tienen en Gran Bretaña) y no proporcional (como el que tenemos actualmente). Curiosamente estas medidas aparecían también hace unos días en un artículo de Daniel Martín en mi panfleto favorito, Estrella Digital: Viejas ideas para una nueva España.
En fin, un juego que tiene su gracia, sobre todo para los que nos gustan tanto la política como los juegos de ordenador, pero que no acaba de funcionar del todo bien. Una lástima los errores que infestan el programa. Otro inconveniente es que en algunas áreas, como la económica, con “cienes” de impuestos y de productos para importar y exportar, es excesivamente complejo y en otras, como la personalidad de los políticos y las negociaciones con ellos, demasiado simple. Y, por supuesto, que al ser francés, muchas peculiaridades de nuestro sistema político están metidas a martillazos en el juego. Por ejemplo, la Monarquía; según dicen en el foro, no hay forma de abolirla y proclamar la República (lo que habría sido otro de mis objetivos a largo plazo).
Por si queréis más información, aquí os dejo la página oficial del juego, la crítica del mismo en Meristation y la página principal del foro no oficial en español.
Y ahora (parafraseando a la ministra Chacón) digan conmigo:
¡VIVA ESPAÑA!
¡VIVA EL REY!
¡VIVA DORAEMON!
Tranquilos, tranquilos… No me he vuelto loco: Lo que habéis leído arriba no es fruto de un delirio psicótico ni de una indigestión de setas alucinógenas de esas, sino la narración de los sucesos acaecidos en mi primera partida de “Yo presidente”, un “vidriojuego” editado en España pocos días antes de las pasadas elecciones del 9 de marzo. Estamos ante la versión española de un juego francés, el GPS (Geo-Political Simulator), que, al parecer, consiguió espléndidas ventas en aquel país durante las elecciones que llevaron a Sarkozy al Elíseo. Como soy un friqui y me encantan tanto la política como los juegos de gestión, no podía tardar en poner mis manos sobre él.
Al arrancar el juego lo primero que me llamó la atención fue unos personajes y unos partidos políticos desconocidos: la Alianza de la Derecha Democrática, el Partido de los Socialistas Españoles… Me recordó a esos juegos de futbol en los que, como no tenían licencias oficiales, aparecían equipos como el Real Mandril o el Parchelona. En principio hay una opción de personalización, así que me puse manos a la obra para reflejar nuestra realidad. Trabajo baldío: Al cargar mi fichero personalizado al juego Rosa Díez me aparece como presidenta del BNGa, Carod en un partido aragonesista raro… Este fue mi primer contacto con uno de los muchos “bugs” del juego (a juzgar por lo que dicen en su foro). Así que tan solo introduje mi nombre como candidato a la presidencia (por el PSOE, en principio solo puedes elegir el partido en el gobierno) y me lancé a la arena política.
Me encontré con que tenía un ligero superávit en las arcas públicas, que invertí en parte en Educación y política anti-terrorista. A partir de ahí me zambullí de pleno en la campaña electoral: mítines, apariciones en televisión, visitas a hospitales… Además de eso me dediqué a entrevistarme con artistas, deportistas, intelectuales… con la esperanza de que hablaran bien de mí en los medios de comunicación (bueno, en el ADN, que es como el Pravda, el periódico oficial y único en el juego) y sus fans me votasen. Rafa Nadal (que, por cierto, es un borrachuzo, no veáis la de champán que trasegó) dijo maravillas de mí, y también Chenoa (la muy casquivana incluso se me insinuó durante la entrevista, pero yo fui fiel a mi Dorami). Finalmente llegó el día de las elecciones y con él la victoria.
Tras la victoria vino la formación del nuevo gobierno. En este aspecto (como en muchos otros) el juego se queda lamentablemente corto. Al parecer lo único que tiene importancia para elegir a una u otra persona como ministro es su popularidad entre los ciudadanos. Además el interfaz es bastante lamentable. Yo asigné por error a un ministro muy popular a un ministerio que no quería e intenté “desfacer” el error cesándolo y nombrándolo en otro ministerio, pero el tío se había enfadado y ya no quería ser ministro.
Finalmente logré sobreponerme al desastroso sistema de asignación de ministros y me dediqué a mi objetivo de la legislatura: “Dejar a España que no la conociera ni la madre que la parió”. En primer lugar propuse al Parlamento una ley para garantizar la independencia judicial, que se aprobó, sorprendentemente, por amplia mayoría y que recibió el aplauso de casi todos los sectores sociales, en especial de los jueces. Mientras estaba esta ley en tramite de aprobación una popular deportista fue asesinada por el GRAPO. Para poder conseguir más fondos para la lucha anti-terrorista propuse al Parlamento un impuesto sobre la pornografía (no tengo nada contra la pornografía, pero me pareció que era el impuesto que menos perdidas de popularidad me iba a producir). Ahí me llevé una tremenda sorpresa: A pesar de la satisfacción con la que la Iglesia católica recibió mi propuesta, el PP se opuso en bloque. Me reuní con Rajoy para intentar negociar con él, pero ahí se reveló otra de las carencias del juego: Hay escasas posibilidades de llegar a acuerdos. Básicamente puedes adularle, intentar sobornarle o hacerle chantaje, pero yo no quería hacer ninguna de las tres cosas, sino saber por qué iba a votar en mi contra y actuar en consecuencia. Finalmente logré la aprobación por los pelos de la ley, lo que me supuso una felicitación personal del Papa. Je, je, je… No habría estado tan contento si hubiera sabido que mi siguiente proposición de ley iba encaminada a garantizar la laicidad del Estado, ley que (alucina, vecina) al PP le parece de perlas.
Y en esas estoy. Llevo sin jugar desde antes del puente, a ver si puedo volver a ponerme con el juego después de los exámenes (esta semana tengo los últimos, mañana Latín y el viernes Geografía de España). Mi próxima medida será acabar con los medios de comunicación públicos y después aumentar mi popularidad para poder dedicarme a reformar el Parlamento y aumentar su independencia con respecto al Ejecutivo. Para ello quiero hacer que el presidente del Gobierno sea elegido directamente por los ciudadanos y que la elección del Parlamento sea con listas abiertas por un sistema representativo (como el que tienen en Gran Bretaña) y no proporcional (como el que tenemos actualmente). Curiosamente estas medidas aparecían también hace unos días en un artículo de Daniel Martín en mi panfleto favorito, Estrella Digital: Viejas ideas para una nueva España.
En fin, un juego que tiene su gracia, sobre todo para los que nos gustan tanto la política como los juegos de ordenador, pero que no acaba de funcionar del todo bien. Una lástima los errores que infestan el programa. Otro inconveniente es que en algunas áreas, como la económica, con “cienes” de impuestos y de productos para importar y exportar, es excesivamente complejo y en otras, como la personalidad de los políticos y las negociaciones con ellos, demasiado simple. Y, por supuesto, que al ser francés, muchas peculiaridades de nuestro sistema político están metidas a martillazos en el juego. Por ejemplo, la Monarquía; según dicen en el foro, no hay forma de abolirla y proclamar la República (lo que habría sido otro de mis objetivos a largo plazo).
Por si queréis más información, aquí os dejo la página oficial del juego, la crítica del mismo en Meristation y la página principal del foro no oficial en español.
Y ahora (parafraseando a la ministra Chacón) digan conmigo:
¡VIVA ESPAÑA!
¡VIVA EL REY!
¡VIVA DORAEMON!
8 comentarios:
Estoy encantado con tu gestión de gobierno, Excelentísimo Jajaja. Me encanta que, bajo las siglas PSOE estés haciendo una política liberal. No hay nada mejor que mostrarte ante los electores con un disfraz que gusta a la mayoría (la mayoría suele ser muy tonta) y luego hacer lo que te venga en gana. También ha estado muy acertado eso del impuesto para la pornografía para atraerte, aunque haya sido sin proponértelo, a la Iglesia Católica ¿Las agrupaciones musulmanas no te han felicitado también? ¿Y Ahmadineyad (lo he escrito bien a la primera) no te ha llamado para mostrarte su apoyo?
Pero lo mejor de todo es que has desenmascarado a Rajoy. Estás haciendo la política que debería hacer su partido y el tío no te da su apoyo total ¡Intolerable!
A ver si hacen que el juego sea “online” y podemos disfrutar de tu mandato unos cuantos lerdos conectados a la Red.
Estimado Meteorismo,
Cuando he leído tu comentario calificándome de liberal me he sentido confuso. Liberal es una de esas palabras que últimamente se utilizan para calificar o descalificar a quien sea. Algo así como fascista, que lo mismo se aplica a los asesinos de ETA que a los cargos electos del PP, a Hitler que a Churchill, a Menéndez que a Pidal… Por eso me he dirigido presuroso a consultar la Wikipedia, no con afán de darte en los hocicos con una definición lapidaria e irrebatible de liberal, sino con el espíritu de plantear una posición común a partir de la cual poder debatir.
Hecho este pedante y necio, a la par que necesario, preámbulo, he de decir que no me reconozco como un partidario del liberalismo económico. Tanto por “convición” personal como porque, al final, aparte de cuatro catedráticos de economía que ganan premios Nobel, eso del liberalismo económico no se lo cree nadie. Los empresarios son partidarios radicales del liberalismo económico y del capitalismo salvaje en época de vacas gordas, pero basta que los negros nubarrones de la crisis asomen por el horizonte para que vayan a lloriquearle a Papá Estado, pidiendo subvenciones y chantajeando con poner en la calle a “cienes” de trabajadores. Y eso es así aquí y en Sebastopol y en los Estados Unidos, que siempre se nos pone como ejemplo de liberalismo económico.
Con lo que sí me identifico es con el liberalismo social y político. Creo en la existencia de un estado fuerte que garantice la libertad, la seguridad, la educación y unos mínimos de calidad de vida para los ciudadanos, pero, al mismo tiempo, que ese estado no debe ser manipulado por un grupúsculo como una herramienta con la cual asegurarse sus intereses e intentar perpetuarse en el poder. De ahí mi interés por la separación de los tres poderes del Estado, para que los tres se equilibren y controlen entre sí, y por desvincular los medios de comunicación del Gobierno. Creo que esto es perfectamente asumible e incluso que debería ser defendido por cualquier partido que se considere democrático, por eso no veo ninguna contradicción entre “mi política” y el ideario de
un partido que se dice socialDEMÓCRATA, como el PSOE. Otra cosa es que las convicciones democráticas de estos mangurrianes que nos gobiernan en la actualidad estén bajo mínimos y entiendan el Estado más como un cortijo que como un servicio a la sociedad. En cuanto a lo de que estoy haciendo la política que debería hacer el PP, solo estoy de acuerdo en parte: Efectivamente, estas mismas medidas (u otras que persiguieran los mismos fines) también podrían ser suscritas por el PP, a los que se les llena la boca hablando de regeneración democrática, pero mucho me temo, visto lo visto durante el gobierno Aznar, que son en la práctica tan escasamente demócratas como los del PSOE y que están muy cómodamente instalados en su chiringuito en nuestro actual Estado partitocrático.
En cuanto a lo del juego “onlain”, por existir, existe, pero está limitado a zumbarse a base de misilazo y tentetieso con las fuerzas militares de cada uno de los países del simulador virtual. No podrás, por tanto, de disfrutar de mi firme a la par que justa acción de gobierno.
Tu discurso me ha cautivado, amigo Jajaja. A partir de ahora cuentas con un aval para postularte como candidato a la presidencia del gobierno de España. Mi voto será para ti si te presentas a las elecciones (a las que sea) de nuestro querido país plurinacional. En cuanto fundes un partido, yo mismo me encargaré de publicitarlo adecuadamente para que cuente con una pléyade de miembros y “miembras” en un abrir y cerrar de ojos (y ojetes).
¡Voto a bríos que tus excelsas palabras me han convencido!, Jajaja, si fundas un partido puedes contar conmigo también, me pido ser Valido de la Flatulencia y Conde Duque de la Zurrapa..
Habéis de saber, amigos Meteorismo y Antares, que estoy pensando fundar un partido político que levantará la bandera de la necedad de la que nuestros respectivos blogs son adalides. Ya es hora que los sinvergüenzas y cretinos que nos gobiernan dejen paso a los necios. Estoy pensando en llamarlo PENE (Partido Español de la Necedad y la Estulticia) pero me disuade el chiste fácil. Sería un partido transversal, pues la necedad está presente en todos los ámbitos de nuestra sociedad multicultural. A vosotros dos os encargaría la ponencia política en el congreso de constitución del partido. Meteorismo podría entonces abandonarla alegando que estamos traicionando nuestros necios ideales y así conseguiríamos una polémica que nos reportaría sabrosos titulares y propaganda para el partido.
En cuanto a tu interés, Antares, en ser nombrado Conde Duque, he de advertirte que el PENE sería un partido republicano. No puede consentirse que un español, por el mero de hecho de su nacimiento, se considere más necio que otro. La necedad hay que demostrarla día a día.
Interesante juego, lástima que tenga esas pegas que le restan tantos puntos.
Yo he sido jugón y fan de Age of Empires, Los Sims, el Sim City, Tycon Railroad, y similares. Peeeero no soporto que tengan el más mínimo fallo, así abandoné Civilitations, Empire Earth o el Making Movies.
Iglesia -Estado, ¡separación ya!
A mí me encantaban el Sim City y el Railroad Tycoon, pero mi juego favorito, el mejor juego que se ha hecho para PC, es el Civilization (bien es cierto que el último, el IV, es bastante proclive a descacharrarse cuando menos te lo esperas). En esta línea también me gustaron bastante el Alpha Centauri y el Masters of Orion, similares al Civilization (el primero, de hecho, también es de Sid Meier, pero con una ambientación espacial).
El Making Movies no lo conozco, yo tengo The Movies, que tiene su gracia y no me ha dado problemas de "bugs". Eso sí, fundamental tener la versión inglesa que es la compatible con la extensión "Stunts & Effects". A ver si este verano ruedo una peliculilla sobre una idea que tengo, basada en el juego de rol "La llamada de Cthulhu"...
De juegos políticos también me gusta el Democracy, que es muy sencillo de manejar pero al mismo tiempo está bastante completo. Eso sí, es un juego en el que una vez ganadas las elecciones gobiernas por decreto, la política parlamentaria no cuenta en él. Para mí el mejor de los juegos políticos es el República de Roma, un juego de tablero del año de la tana sobre el senado de la Antigua Roma. Es muy bueno, muy divertido y muy difícil (no de jugar, sino de ganar, la mayor parte de las partidas terminan con la caída de Roma y la derrota de todos los jugadores).
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