lunes, 24 de mayo de 2010

En la Avenida de la Mortadela

Llevo unas semanas pasando más bien poco por aquí. Como suele ser habitual, todo se me ha juntado: un par de cursos, un pico de trabajo, los exámenes de la UNED… Pero lo que más ha acaparado mi tiempo ha sido el piso nuevo. Espero estar un poco más libre de aquí en adelante, ya que ¡por fin nos hemos mudado!

He de reconocer que el nuevo piso está muy bien: es grande, luminoso, lo estamos decorando con “esquisito” gusto y tiene piscina, que es algo que no viene nada mal durante el tórrido verano toledano. Además está en un barrio muy bueno, al lado de la Avenida de la Mortadela… y ese es el principal problema que le veo. ¡Es que sales a la calle y parece que estás en medio de un mitin del PP! Rubias de bote, engominados con melenita de caracolillos, camisas de marca, pantalones de colores chillones, abrigos de piel…

Y ahí llegamos nosotros, con nuestros chándales del Decathlon a hacer la mudanza. Los antiguos propietarios nos habían dejado muebles en tres habitaciones y entre ellos había un armario que ya no nos servía para nada. Así que llamamos al servicio de recogida de basuras, que también se encargan de los muebles viejos, y, con ayuda de nuestro amigo David, lo desmontamos para poder bajarlo a los contenedores de basura. Cuando hicimos el primer viaje a los contenedores nos encontramos con que habían abandonado allí un carrito de Mercadona. ¿Por qué no utilizarlo para traer de un solo viaje todas las piezas del armario desde nuestro portal hasta la basura? Dicho y hecho, allí iba yo con mi chándal y mi carrito cargado de tablas, todo satisfecho por el invento de la rueda y el bienestar que ha aportado a la especie humana. Pero no todo podía ser perfecto: en los rostros de mis nuevos vecinos, cuando me cruzaba con ellos, se reflejaban la estupefacción y el miedo. Un tipo en chándal y con un carrito de Mercadona sólo podría ser para sus limitadas mentes un delincuente, un drogadicto o, quizá algo peor: ¡un pobre! ¡Un pobre en la Avenida de la Mortadela! ¿A dónde vamos a ir a parar? Atrancad las puertas, poned barrotes en las ventanas, marcad 11 y a una señal marcad el 2…

Así que me parece que no somos demasiado populares en nuestro nuevo barrio. En fin, siempre nos queda el consuelo de que gracias a mi aspecto patibulario hemos logrado mejorar la seguridad en el barrio más pijo de Toledo.

P.D.: Y la próxima semana, como decían Tip y Coll, hablaremos del Gobierno…

jueves, 20 de mayo de 2010

Usando la cabeza


En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa.