lunes, 21 de julio de 2008

La Historia es como las morcillas…

El mes pasado se cumplieron 30 años de la disputa del Campeonato Mundial de Fútbol en Argentina. Aunque 30 años no son nada comparados con la edad del Universo, no está de más hacer una pequeña introducción histórica, ya que puede que algunos de nuestros lectores no hubiesen nacido por aquel entonces y otros, como yo, estábamos más interesados en los “Kalkitos” del Mundial que en su contexto socio-político.

En 1966 el congreso de la FIFA en Londres concedió la organización de los Mundiales del 78 a Argentina. Dos años antes de la fecha de celebración del evento, un golpe de estado derribó el gobierno de Isabelita Perón implantando una dictadura regida por una junta militar encabezada por el comandante en jefe del Ejército, Jorge Rafael Videla. Durante el mandato de esta junta varios miles de personas fueron detenidas, torturadas y asesinadas, sin contar con los que se vieron obligados a exiliarse. Debido a estas violaciones de los Derechos Humanos este Mundial provocó abundante polémica, protestas y boicots, entre ellos el del barcelonista Johan Cruyff, que se negó a jugar con su selección en el Campeonato. A causa de las protestas internacionales y de la propia oposición interna, la Junta Militar, como el gobierno nazi en el caso de las Olimpiadas del 36, concibió el evento como una operación propagandística a gran escala, lo que requirió una gran inversión económica en infraestructuras deportivas, hoteleras, aeroportuarias y de comunicaciones, en un momento en que la economía argentina se tambaleaba al borde del abismo.

En lo deportivo el Mundial fue un gran éxito para Argentina, aunque la victoria de la selección anfitriona estuvo empañada por las sospechas de compra del partido contra Perú, que finalizó con una abultada victoria albiceleste por 6 a 0, lo permitió a los argentinos disputar la final. El gobierno de Videla, necesitado de cualquier cosa que pudiera darle reconocimiento internacional y popularidad ante su población, utilizó el triunfo para reivindicar de forma vergonzosa la legitimidad y la labor de su gobierno.

Aquí tenéis un mini-documental sobre el tema, “La muerte y la pelota”:



A pesar de los discursos triunfalistas, cuatro años más tarde, en 1982, Argentina se hallaba sumida en una profunda crisis económica, social y política, que empujó al gobierno militar, siguiendo la doctrina napoleónica de atajar el malestar interno a base de conflictos exteriores, a una guerra contra Gran Bretaña por la posesión de las islas Malvinas. La guerra, como todos sabemos, finalizó con la victoria de los británicos que recuperaron el control sobre las islas. Esta derrota fue uno de los factores que provocaron que, un año más tarde, el gobierno militar se viera obligado a convocar elecciones libres. Con ellas finalizaron siete años negros para el país austral en los que desaparecieron, según estimaciones de organizaciones humanitarias, 30.000 personas, se perdió una guerra que se saldó con 649 muertos por el lado argentino sin contar con las tremendas perdidas materiales y se alcanzó un endeudamiento record, una tasa de interés para los créditos hipotecarios del 100% y un nivel de pobreza del 37,4% en 1982.

Y ahora treinta años más tarde… Perdón, ¿cómo dice...?


"¡Las Olimpiadas impulsarán la democracia en China!"

"¡Las Olimpiadas impulsarán la democracia en China!"

"¡Las Olimpiadas impulsarán la democracia en China!"

Lach Olimpiadach impulcharán la… ¡Vamos, no me jodas!

Aquí os dejo la página que tiene Amnistía Internacional sobre las Olimpiadas de Pekín para que juzguéis por vosotros mismos.

miércoles, 16 de julio de 2008

Balanzas fiscales y otros cuentos de viejas

Tras una semana apartado del mundanal ruido en Plasencia, donde estuve realizando un curso de verano, he vuelto a la realidad cotidiana y me he encontrado con una vorágine de noticias: La suspensión de pagos de Fadesa-Martinsa, la implicación de un concejal del Ayuntamiento de Madrid en la “operación Guateque”, el asunto de las cuentas opacas en Liechtenstein, los despidos en Spanair, lo de los guardias civiles del Molar… Para rematar, el Gobierno ha publicado las tan traídas y llevadas balanzas fiscales entre comunidades autónomas. Todos estos acontecimientos están provocando que nos encontremos ante un verano caliente, no solo en lo climatológico, sino también en lo político.

Lo de la publicación de las balanzas fiscales obedece, al parecer, a una promesa que realizó Zapatero en su discurso de investidura. No voy a entrar en el debate sobre la conveniencia o no de publicar las dichosas balanzas, como hacen los de UPyD, ni en los diferentes criterios que se pueden aplicar para la realización de estas, mayormente porque parto de la base de que son una soberana sandez. ¿A qué debo mi opinión? No diré que estos datos no puedan tener algún interés en términos estadísticos, pero desde luego no tienen ninguno en cuanto a una pretendida “justicia” en el reparto de fondos públicos. Aunque no lo parezca, ya no nos encontramos en la España de Felipe IV y la tributación no se realiza por territorios, sino que es cada ciudadano, en función de su renta, el que tributa a la Hacienda Pública. Estos impuestos deben servir para realizar una cierta redistribución de la riqueza, lo que contribuye a aumentar el bienestar y la seguridad de una sociedad y a crear un mercado más amplio que tenga posibilidades de generar aun más riqueza. Los que exigen que las inversiones del Estado en cada comunidad se adecuen a los impuestos solo buscan fragmentar aun más esa sociedad, agudizar sus desigualdades y avivar los conflictos. ¡Ya que no podemos ganar votos gracias a nuestro trabajo y una gestión acertada, recurramos al odio al enemigo exterior!

Por otra parte, ¿por qué detenernos en la comunidad autónoma? ¿Por qué tenemos que financiar a los de otra provincia? ¿O a los del pueblo de al lado, que son todos unos vagos y unos maleantes? Siguiendo este razonamiento, ¿por qué no se me da a mí mejor asistencia sanitaria (por poner un ejemplo) que a mi vecino, padre de familia con cuatro hijos que gana el salario mínimo? Esto último pudiera parecer una barbaridad (y de hecho lo es), pero no es más que, llevado al extremo, lo que proponen, no solo los señoritos cortijeros de CiU, sino también partidos que se dicen de izquierdas, como ERC y el PSC. Gentes que se consideran muy europeístas y muy solidarias pero que demuestran con este tipo de cosas que su mentalidad está más cercana a la de los anarcoliberales de Biblia y escopeta del Medio Oeste americano: paletos, intolerantes y xenófobos.

Por si queréis más información sobre el tema de las balanzas fiscales, aquí tenéis una presentación sobre el tema, cortesía del País y el Gobierno de España: Balanzas fiscales de las CC.AA. con el sector público estatal.

P.D.: Os recuerdo que podéis seguir aportando vuestras recomendaciones para nuestro viaje a Nueva York en el artículo "New York, New York".

lunes, 7 de julio de 2008

Sexo en Nueva York: la película

Hace ya algunos días quedé con mis amigas “Las Poyeyas” para una tarde de 3-C: caña-cine-cotilleo. Con respecto a las cañas y el cotilleo, poco hay que decir: como siempre, muy bien. Voy a ser un poco más explícita en el cine. Comienzo por el principio: fuimos a ver la película “Sexo en Nueva York”. Creo que todas mis amigas han visto la serie, al menos alguna temporada. Me parece que la que más la sigue es Marta, pero a las demás, por sus comentarios, también les hace gracia. Yo no la he visto nunca, aunque sí había escuchado alguna referencia. Incluso creo que alguna vez he visto algún fragmento en los múltiples programas de zapping que ponen en la tele. Supongo que la mayoría de los que la han visto o la verán son seguidores de la serie, para los que estéis en una situación como la mía, simplemente deciros que es una película con la que se puede pasar un rato agradable (que no es poco).

Lo mejor es Nueva York, en cuyas calles y tiendas transcurre buena parte de la historia. También destacaría la relación de amistad entre las cuatro mujeres protagonistas: Carrie, Samantha, Miranda y Charlotte en búsqueda permanente de la relación de pareja perfecta. Por supuesto, quienes seáis seguidores de la serie, conoceréis mucho mejor los entresijos de su relación que, después de tantos años, imagino habrá pasado por altibajos. En cualquier caso, sí que han sabido transmitir un vínculo especial que les hace recurrir unas a otras cuando se necesitan para lo “que sea”: comer, reír, llorar, comprarse unos Manolos, abrazarse, casarse, separarse… No voy a entrar en el argumento con mucho detalle. Simplemente decir que, como a priori se pueda pensar, y con acierto, es una historia repleta de tópicos femeninos (y también masculinos): compras, bodas, desengaños y engaños amorosos... Sin entrar en contradicción con lo anterior, pretende también mostrarnos una nueva mujer urbana, llena de poder y encanto que, sin tapujos, quiere practicar y hablar sobre el sexo, de una manera irónica y desenfadada.

Puede parecer una historia superficial (de hecho, en muchos momentos lo es). Pero al final te das cuenta de que es como la vida misma: unas personas pueden parecer más superficiales que otras, pero al final, como dice una buena amiga mía, todos buscamos lo mismo, alguien que nos abrace por la noche (aunque, afortunadamente, no siempre haya que ir a Nueva York para encontrarlo).