sábado, 20 de marzo de 2010

Vampiros en el salón

Cada vez veo menos la televisión. Los telediarios a la hora de las comidas, Saber y ganar, Los Simpson si llego temprano a comer, quizá algún partido si juega el Atleti o la selección y algunas veces una película en Televisión Española si tiene buena pinta. Y la verdad es que no lo echo demasiado de menos. La programación actual está en buena parte formada por telefilmes infumables, series clónicas, programas sobre la vida de gente famosa por el único hecho de salir en la tele y otros sobre gente que no es famosa pero quiere serlo a golpe de grito y mala educación.

Podríais decirme: “Si no te gusta la tele, tiene un botón que sirve para apagarla”. Pues sí, es verdad. La mía lo tiene. La de mis padres, que se han comprado hará cosa de un año, no. ¿Y la vuestra? Si no lo tiene no os preocupéis, no es que le haya caído, es que, como la mayor parte de los aparatos que hay actualmente en el mercado, carece de interruptor, así que para desconectarlos completamente la única opción que nos queda es desenchufarlos. Algo que parece fácil pero que no lo es en muchas casas, donde los enchufes de televisión, DVD, cadena de música, etc. están estratégicamente disimulados tras el voluminoso mueble del salón.

Así que ahí tenemos nuestros aparatos durante todo el tiempo que no los utilizamos: no están encendidos… pero tampoco apagados. Permanecen consumiendo electricidad; menos que cuando están funcionando, cierto, pero, ya que normalmente están inactivos bastante más tiempo que en funcionamiento, se calcula que gastan en ese estado en torno al 10% de la electricidad que consumen nuestros hogares.

Tenemos unos verdaderos vampiros energéticos en el salón de nuestra casa y a nadie parece que le importe. El ministro Sebastián nos regala bombillas de bajo consumo, se ofrecen subvenciones por cambiar nuestros electrodomésticos por otros más eficientes energéticamente… y, mientras tanto, en Europa, los aparatos de televisión, DVD, cadenas de música y demás cacharros colocados en “stand by” desperdician más electricidad de la que se está consumiendo en esos momentos en toda Centroamérica. ¿Por qué no se hacen campañas para concienciar a la población de todo el dinero que están tirando a la basura? ¿Por qué no se prohíbe en la Unión Europea la venta de aparatos que carezcan de interruptor?

Desde Gatos en Carnaval emplazo al presidente Zapatero, que sé de buena tinta que nos sigue fielmente, a que, aprovechando la presidencia de turno de la Unión, impulse una iniciativa para devolver los interruptores a las televisiones de los europeos.

¡Guerra al derroche!
¡Muerte a los vampiros energéticos!
¡Viva Van Helsing! (el de personaje de Drácula, no la película, que es un truño).

lunes, 15 de marzo de 2010

Viva la República (de Roma)

Hace unos años (bastantes) a unos cuantos colegas del grupo de teatro de la Universidad nos dio por un juego de tablero, el Republic of Rome. En dicho juego los participantes toman el rol de miembros del Senado de la Antigua Roma, dirigiendo la vida política de esta ciudad-estado: alianzas y contra-alianzas, sobornos, traiciones, trasfuguismo, asesinato político, corrupción, obstruccionismo… Todo con un solo objetivo, convertirse en el primer hombre de Roma, ya sea gracias a la popularidad y la influencia sobre las masas o al poder de tus legiones. Sin olvidar la función del Senado como órgano de gobierno de un imperio que se expande rápidamente y que, al hacerlo, cada vez cuenta con más enemigos internos (esclavos rebeldes, populacho descontento…) y externos (cartagineses, germanos, pónticos…). Así pues los jugadores deben luchar entre sí para acumular cada vez más poder y popularidad pero sin olvidar que deben colaborar para evitar que Roma caiga y los bárbaros se enseñoreen de la Ciudad Eterna. Un equilibrio nada fácil, os lo aseguro; nosotros no conseguimos en ninguna partida que la República sobreviviera, lo que no habla demasiado bien de nuestra capacidad política. En resumen, un juego emocionante, divertido y muy fiel a la realidad histórica.


Lamentablemente, ya en aquellos momentos el juego estaba completamente descatalogado y se pagaban verdaderas fortunas por un ejemplar en buen estado. Una pena, porque es posiblemente el mejor juego al que he jugado y me hubiera gustado mucho tenerlo.

Hasta el año pasado. Una compañía canadiense, Valley Games, se había hecho con los derechos del juego y estaba preparando su reedición. Miles de jugadores que lo habíamos probado en alguna ocasión estábamos expectantes ante la posibilidad de poder hacernos con un ejemplar. El problema es que los chicos de Valley Games son famosos por su escasa capacidad para cumplir sus propias fechas de entrega, así que la salida programada para primavera del 2009 se ha alargado hasta bien entrado este año. Pero, como dice el refrán: “no hay mal que por bien no venga”. Recientemente, la empresa Edge anunció una traducción española del juego para agosto de este año. Dado que es un juego ya suficientemente complicado, no viene nada mal que cartas, tablero y demás estén ya cómodamente traducidos al hispano en lugar de tener que leerlos en sajón. Por eso me voy a esperar al próximo verano para comprarlo en la edición española. Espero que en Edge sean más formales que en Valley Games porque no veo hora de conducir a mis fieles legiones sobre Roma y decir a mis compañeros de partida: “Vae uictis!”.


Por si os interesa aquí os dejo las páginas de Valley Games y Edge sobre el juego y también la página del mismo en Board Game Geek, un sitio web de referencia en lo que a juegos de tablero se refiere.