miércoles, 31 de octubre de 2007

Gatos negros (por el luto)

El lunes por la tarde estaba viendo con Dorami el Tomate en el sofá (sí, la verdad es que desde que vivo con una doctora en Filosofía me he embrutecido) cuando vi una noticia que me llenó de asombro y consternación. Como no podía ser menos, en Gatos en Carnaval, donde nos enorgullecemos de mantener puntualmente informados a nuestros lectores, nos hacemos eco de esta primicia del programa de Telecinco:

“Españoles, Fofó… ha muerto”.

El dolor apenas se mitigó cuando Gabi apareció en pantalla para explicarnos que Fofó se había marchado voluntariamente al Cielo para alegrar la vida eterna a los montones de niños que hay allí. Creo hablar en nombre de todos los que formamos la gran familia de Gatos en Carnaval cuando manifiesto la pena que me ha producido la inesperada noticia. Que estos vídeos sean recordatorio y homenaje de este hombre de pequeña estatura y gran corazón:





También queremos, desde aquí, felicitar al programa “Aquí hay tomate” por la premura con la que nos informaron de esta noticia. Esperamos que estos periodistas sigan manteniendo el buen hacer que les caracteriza. La difusión de primicias como esta o reportajes como los que nos informaron que Paquirrín había sido sometido a un control rutinario en carretera o el buen estado grastro-intestinal de Flashito, el perro de la duquesa de Alba, han puesto el listón muy alto.

Siguiendo con los hechos luctuosos, una noticia cinematográfica: el domingo pasado Dorami y yo estuvimos viendo la película “Un funeral de muerte”. Es una comedia de enredo, con ciertas dosis de humor negro y escatología, sobre el funeral de un aparentemente normal padre de familia británico de clase alta. Rodada en los históricos estudios Ealing mantiene la filosofía que los hizo famosos, con películas como “El quinteto de la muerte” o “Pasaporte a Pimplico”; es una película sin grandes pretensiones pero muy divertida, con momentos realmente hilarantes.

(Os preguntaréis que pinta el segundo vídeo en este artículo: lo mismo que la noticia de la muerte de Fofó en el Tomate, nada).

jueves, 25 de octubre de 2007

Mira quien baila

Mañana Dorami y yo tenemos nuestra tercera clase de bailes de salón. En la primera comenzamos con el merengue, poniendo luego en práctica esta lección, como ya os contó Dorami en el artículo anterior, en la boda de Ana y Jaime. Para aquellos de vosotros que no sois aficionados a mover vuestro esqueleto al son de ritmos latinos, aquí os dejo un vídeo para que os hagáis una idea de cómo es este baile:



En la segunda clase repasamos el merengue y nos dedicamos también a la salsa y a su prima hermana, la rueda cubana. Yo creo que lo del merengue se me da medio bien porque es un ritmo binario (1, 2, 1, 2, 1, 2…) y la deformación profesional ayuda, pero eso de la salsa: 1, 2, 3, parada, 4, 5, 6, parada… ¡puf! A mí, realmente, la salsa que me gusta es esta.

Ya os iré contando como van nuestros progresos con el merengue, la salsa y, por supuesto, otros bailes que practiquemos próximamente, como el mambo, el tango y el pasodoble acrobático.

“¡ASÚCAR!”

viernes, 19 de octubre de 2007

¡Viva los novios!

El pasado fin de semana, Jajaja y yo estuvimos en una boda. Bueno, en una boda no: en la boda. Desde que Ana y yo éramos unas niñas, nos imaginábamos el día de nuestra boda. Es más, hasta llegamos a poner nombres propios a nuestros respectivos contrayentes: Apolo y Starbuck. Bueno, no estaban ninguno de los dos, ni tampoco Galáctica, su nave insignia. Éramos muchos invitados, pero sobre todo, eran Ana y Jaime. Tras una ceremonia eclesiástica de una hora y media (sí, digo bien) empezó lo mejor: una espicha con productos típicos de mi tierra, amenizada con la Banda de gaitas El Rapigueiro. Y después de la espicha, a seguir comiendo pues llegaba la cena: mariscos, pescados, carnes, postres (tarta nupcial, arroz con leche, pastelitos…). Los vinos estuvieron totalmente a la altura: Vínculo (tinto), Lágrima (blanco), ambos de la Mancha. ¡Y después a bailar y barra libre!

Fue una boda atípica en todos los sentidos: la ceremonia prácticamente no incluyó ninguna oración, sino que estuvo compuesta por lecturas y canciones que los dos habían seleccionado cuidadosamente. ¿Y qué decir del vestido? El más original que he visto jamás (vale, no he visto muchos). Era corto, de color champán, con una especie de fajín de color violeta y un corazón con pétalos naranjas en la parte inferior delantera. Los zapatos y el abrigo eran del mismo color: naranja. En el traje del novio no me fijé mucho, pero creo recordar que era oscuro con un chaleco y corbata en colores vivos. La madre de la novia y su hermana iban espectaculares. De los demás invitados, destacaría a mi prima Bea, que es monísima de la muerte y llevaba un vestido al estilo “tigresa del oriente” que le favorecía muchísimo. El chal de Montse me encantó, lo mismo que el peinado de mi tía Mariki y la flor que llevaba mi madre en la solapa…

Me quedo, sobre todo, con dos escenas: cuando le regalamos a los novios una bota de vino que, por cierto, ruló por todas las mesas, y el momento en que abrieron el baile vestidos ambos de payasos con los acordes de la canción de nuestra infancia: “cómo me pica la nariz…” Ellos son así: diferentes. Fue todo un placer pasar un día tan especial a su lado. Por cierto, mi chati y yo pusimos en práctica nuestra primera lección de bailes de salón. De momento, sólo nos han enseñado un poquito de merengue, pero tiempo al tiempo. Bueno, pero eso es otra historia.

P.D.: he intentado ser un poquito superficial, espero haberlo conseguido. Ea!

lunes, 8 de octubre de 2007

Máscaras de matar

Acabo de terminar de leer por segunda vez “Máscaras de matar” de León Arsenal. Lo leí por primera vez al poco de darle el Premio Minotauro de Fantasía cuando lo vi entre las más recientes adquisiciones de la Biblioteca Central de Castilla-La Mancha. Esta primavera Dorami y yo nos pasamos un domingo por la tarde por la Feria del Libro de Madrid y allí encontramos a León firmando. Me apetecía que me firmara algún libro así que, como he leído todas sus novelas, me compré la de “Máscaras de matar” para que me la dedicara.

¿De qué va la novela? Pues se trata de un libro del género de “espada y brujería” (como las novelas de Fafhrd y el Ratonero Gris de Leiber o el Conan de Howard) ambientado en un mundo bastante original donde la utilización de máscaras en las más variopintas ocasiones modifica las reacciones, personalidad e, incluso, en casos extremos la propia mente de su portador. Vamos que nada de refritos de Tolkien, de Harry Potter o del éxito del último mes, como es habitual en este tipo de literatura. El relato está narrado en primera persona por uno de los personajes: Corocota, un cazador de cabezas (un oficio a medias entre policía y sicario de un cártel de la droga). A pesar de su posición como narrador Corocota no es el protagonista, de hecho sería difícil hablar de un protagonista, es una especie de novela coral en la que se cuenta las luchas de poder en las que se encuadra el resurgimiento de una antigua máscara, la Máscara Real, creada para traer el orden a ese mundo pero que, en lugar de ello, lo abocó a una guerra de una virulencia sin precedentes. Multitud de personajes que se relacionan con estos acontecimientos aparecen, desaparecen y vuelven a reaparecer ante nuestros ojos: Palo Vento, el hombre-serpiente y amigo de Corocota, don Tavarusa, el ogro-dios de las montañas, la bruja mestiza Tuga-Tursa, la Bribuela, la máscara con cuerpo de adolescente y mentalidad de matón de taberna, Trapaieiro Porcán, el dios errante, el maestro sureño Te-Cui, mujeres guerreras, brujas, guías de caravana… Esto puede resultar lioso y, a veces, no sabes muy bien de quien te está hablando, qué es un pandalume o si los personajes son armas o gargales, pero con un poco de paciencia se le coge el tranquillo a las pocas páginas. También te deja al final con la impresión de que hay demasiados cables que han quedado sueltos pero, como muy bien dice el autor a través de uno de sus personajes: “La vida está llena de cabos sueltos y hay que aceptarla como es”.

De todas formas nos encontramos con un libro original y sorprendente, lleno de acción y sensualidad, que requiere un esfuerzo en su lectura (no se trata de Dan Brown) pero que recompensa ampliamente ese esfuerzo.

Aquí os dejo la página de León Arsenal, donde podéis, entre otras cosas, leer el principio de esta novela.