El martes, aprovechando que tenía un curso en Madrid, quedé con unos compañeros de Universidad para tomar unas cañas. Como soy un convencido del transporte público, por lo menos para viajar por el centro de la capital del Estado, había dejado el coche en el aparcamiento de la estación de El Soto y bajé desde allí en tren a Atocha.
Pues bien, al final nos liamos, nos liamos y terminamos a altas horas de la noche. Emilio, uno de mis colegas, se ofreció a llevarme con su coche a recoger el mío. Y ahí empezó nuestra odisea.
Íbamos nosotros tan contentos bajando desde Ciudad Universitaria para tomar la M-30. Pasamos por el puente sobre ella para coger la rampa de acceso, viendo los coches circular raudos bajo nosotros, cuando nos encontramos, sin previo aviso y con luminosidad deficiente, que la incorporación a la M-30 estaba cortada. Volantazo y a seguir “p’adelante”. Ya nos salíamos de Madrid pero conseguimos dar la vuelta en un cambio de sentido (no señalizado). “No importa”, pensamos, “cogemos la M-30 en la incorporación del otro sentido”. Craso error, también cortada, de nuevo sin señalización. “Bueno, pues tiramos por el Paseo de la Florida y en la Puerta de San Vicente ya tomamos la Carretera de Extremadura”. Cuando llegamos allí tras un duro rally (ya quisiera ver yo en Madrid a Peterhansel) nos encontramos con que de Carretera de Extremadura nada: podíamos elegir entre volver al centro o seguir bordeando el Manzanares por Virgen del Puerto. Cuando tomamos esta calle le dije a Emilio que casi era mejor que me volviera a llevar a Atocha, que total, a las nueve de la mañana yo tenía que estar de nuevo allí. El derrotismo era injustificado, el Paseo de Extremadura estaba abierto y nos permitió escapar de la capital. Claro, no nos lo pusieron tan fácil como parece. En medio del puente sobre el río había dos grúas, una a cada lado, de forma que dejaban los carriles reducidos a uno en cada sentido, lo que provocaba un atasco cuanto menos curioso.
No soy de los partidarios de que (como dice la publicidad institucional del Ayuntamiento de Madrid) “nunca pase nada”, pero sí de una política que, aunque heterodoxa y novedosa en España, creo podría dar buenos resultados en materia de seguridad vial: informar a los conductores. Me parece que un conductor avisado es menos propenso a frenazos, volantazos y demás maniobras “riesgosas” que, sumadas a los “fernando alonsos”, alelados, borrachuzos y bandarras varios que pueblan nuestras carreteras, convierten la “condución” en las carreteras del Estado español en una especie de ruleta rusa sobre ruedas (al menos según los anuncios de la DGT).
Obviamente esta política tendría el inconveniente de retirarnos de los primeros puestos de la clasificación europea en mala señalización de las obras viales (los segundos, detrás de Italia). Concretamente las obras de la M-30 son las peor señalizadas de Europa. Pero claro, el que algo quiere, algo le cuesta.
Pues bien, al final nos liamos, nos liamos y terminamos a altas horas de la noche. Emilio, uno de mis colegas, se ofreció a llevarme con su coche a recoger el mío. Y ahí empezó nuestra odisea.
Íbamos nosotros tan contentos bajando desde Ciudad Universitaria para tomar la M-30. Pasamos por el puente sobre ella para coger la rampa de acceso, viendo los coches circular raudos bajo nosotros, cuando nos encontramos, sin previo aviso y con luminosidad deficiente, que la incorporación a la M-30 estaba cortada. Volantazo y a seguir “p’adelante”. Ya nos salíamos de Madrid pero conseguimos dar la vuelta en un cambio de sentido (no señalizado). “No importa”, pensamos, “cogemos la M-30 en la incorporación del otro sentido”. Craso error, también cortada, de nuevo sin señalización. “Bueno, pues tiramos por el Paseo de la Florida y en la Puerta de San Vicente ya tomamos la Carretera de Extremadura”. Cuando llegamos allí tras un duro rally (ya quisiera ver yo en Madrid a Peterhansel) nos encontramos con que de Carretera de Extremadura nada: podíamos elegir entre volver al centro o seguir bordeando el Manzanares por Virgen del Puerto. Cuando tomamos esta calle le dije a Emilio que casi era mejor que me volviera a llevar a Atocha, que total, a las nueve de la mañana yo tenía que estar de nuevo allí. El derrotismo era injustificado, el Paseo de Extremadura estaba abierto y nos permitió escapar de la capital. Claro, no nos lo pusieron tan fácil como parece. En medio del puente sobre el río había dos grúas, una a cada lado, de forma que dejaban los carriles reducidos a uno en cada sentido, lo que provocaba un atasco cuanto menos curioso.
No soy de los partidarios de que (como dice la publicidad institucional del Ayuntamiento de Madrid) “nunca pase nada”, pero sí de una política que, aunque heterodoxa y novedosa en España, creo podría dar buenos resultados en materia de seguridad vial: informar a los conductores. Me parece que un conductor avisado es menos propenso a frenazos, volantazos y demás maniobras “riesgosas” que, sumadas a los “fernando alonsos”, alelados, borrachuzos y bandarras varios que pueblan nuestras carreteras, convierten la “condución” en las carreteras del Estado español en una especie de ruleta rusa sobre ruedas (al menos según los anuncios de la DGT).
Obviamente esta política tendría el inconveniente de retirarnos de los primeros puestos de la clasificación europea en mala señalización de las obras viales (los segundos, detrás de Italia). Concretamente las obras de la M-30 son las peor señalizadas de Europa. Pero claro, el que algo quiere, algo le cuesta.
2 comentarios:
Siento en el alma que hayas tenido esa mala "esperiencia", amigo Jajaja. Ciertamente, los frenazos mientras se conduce son muy peligrosos, cosa distinta ocurre con los “frenazos” en las prendas íntimas. Esos, a diferencia de los primeros, causan hilaridad cuando no admiración. ¡Qué gozo se “esperimenta” al contemplar el lienzo del slip con una intensa zurrapa marronácea rompiendo la uniformidad de su color inicial. No soy partidario de los slips con estampados porque los “frenazos” pierden toda su expresividad.
Y con este comentario que nada tiene que ver con el tema de cabecera (este blog comienza a parecerse demasiado a Libertad Diodenal), me despido cordialmente.
Como nuevo "conduztor", me declaro solidario con los pensamientos de mi estimado Jajaja.Conducir por la M-30 es la mejor preparación que puedas tener para el París-Dakar,¿lo arreglará esto Sebastián?,¿quizá Jorge Verstrynge tenga la solución?.No lo sé, lo único que sé es que los frenazos que quedan en mi ropa interior no los quita ni Wip-Express..
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