
La masturbación es la principal causa del acné, de la debilidad mental y física, de las enfermedades cardiacas, de la atrofia de los testículos, de las enfermedades de la visión, de la epilepsia, de las enfermedades urinarias y de la locura. Ni las plagas, ni la guerra, ni la viruela, ni enfermedades similares han producido resultados tan desastrosos para la Humanidad como el hábito pernicioso del onanismo.
Vamos, que solo le falta producir caspa, diréis.
Pues el que así pensaba era el
Dr. John H. Kellogg, famoso médico norteamericano, muy respetado (en su tiempo) e inventor de los cereales para desayuno. ¿Por qué, si no nos creemos lo que dice un médico, nos tragamos sin vacilar las más peregrinas afirmaciones que nos llegan por correo electrónico?
Hace un mes o mes y medio me llegó tropecientas veces (enviado por distintas personas) un mensaje diciendo que, si lo reenviaba a quince o veinte de mis contactos, Mercadona me daría un cheque regalo de 100 euros. Un par de semanas después recibí otro correo, reenviado por una de mis anteriores remitentes (y prolífica corresponsal), que comentaba que uno de los que había picado con la cadena había llamado a Mercadona y allí no tenían ni idea de lo que les estaba hablando. Como no tendrían ni idea los de Ericsson sobre un móvil último modelo que regalaban o Bill Gates, si le llamas para pedirle tu parte cuando se suponía que estaba repartiendo su fortuna (verídico). Esto es lo que se llama “hoax” (del inglés broma pesada), la adaptación a las nuevas tecnologías de las dichosas cadenas tradicionales, aquellas que si las rompías y no enviabas veinte cartas te caería encima una inspección de Hacienda, un meteorito o las obras completas de J. J. Benítez. Otro tipo de “hoax” es el que juega con tus sentimientos. ¿Recordáis a Billy, el niño con cáncer, que necesitaba un tratamiento costosísimo y al que America On Line daría 2 centavos por cada mensaje que reenviáramos? Pues no existe. Ni él, ni un montón de críos más con enfermedades a cual más terrible que proliferaban por el correo electrónico.

Bueno, de todas formas no es tan malo, diréis. Al fin y al cabo no he gastado demasiado tiempo (y probablemente será, incluso, de trabajo). Con los que apelaban a mi codicia no he perdido nada (y podría haber ganado mucho en el hipotético caso de que Bill Gates sí repartiese su fortuna) y con los que apelaban a mi compasión hasta me he sentido bien por un momento. Aparte de que esta mierda (perdón por la expresión) congestiona las redes, los servidores, nos hacen perder el tiempo, ayudan a conseguir direcciones de correo para poder realizar “spam” y hacen perder todo valor a cadenas creadas por gente que sí lo necesita, algunos correos, además, sirven para arruinar reputaciones y crear confusión y miedo entre los que lo reciben. Como el que me llegó a mí ayer.
El dichoso correíto dice que los lápices de labios de una serie de conocidas (y caras) firmas de cosmética contienen plomo. El plomo, para el que no lo sepa, es un metal pesado, se acumula en el cuerpo y es altamente tóxico (en la
“güeb” del Ministerio de Trabajo podéis ver sus efectos). ¿Qué debería hacer una mujer que tiene algún lápiz de labios de los mencionados en el mensaje cuando ha recibido este correo, firmado por una tal Ana Isabela López Sales, doctora y trabajadora del Laboratorio de Genómica y Biología Molecular Bacteriana, y se lo ha creído? ¿Tirarlos? ¿Dejar de usarlos? ¿Regalárselos a su cuñada, que no tiene Internet? ¿Seguir usándolos con el miedo de que quizá sea verdad?
Personalmente considero que aterrorizar a la gente no tiene ni puñetera gracia. Porque no es solo un mensaje, sino una verdadera plaga: el del pis de las ratas en las latas de refrescos, el de los llaveros explosivos, el de los asesinatos rituales de las bandas latinas… Y el asunto tiene difícil solución a menos que los internautas nos concienciemos y cada uno ponga su granito de arena para detenerlo.
¡ROMPAMOS LAS CADENAS!
En la página de
Rompecadenas podéis encontrar más información sobre cadenas y como identificarlas.
P.D.: Los dos últimos mensajes los he escrito sobre cosas que me han cabreado y eso me cabrea todavía más. Esta semana quería haber escrito sobre “La vida de los otros”, que por fin fuimos a ver el domingo, y que, coincido con Antares, es un PELICULÓN; no recuerdo cuanto tiempo hace que no veo una película tan buena como esta. Pero el correo del que hablo ha sido la gota que colma el vaso.