Vamos a hacer un paréntesis entre pilicula y pilicula para contaros nuestro fin de semana pasado en el que disfrutamos mi regalo de cumpleaños, como siempre, viajando. Estuvimos en un pueblo de Guadalajara: Sigüenza. Es un lugar preciso y muy recomendable para un para pasar unos días en los que también se puede visitar alguna pedanía próxima. Llegamos el viernes no demasiado tarde, pues el trayecto desde Toledo es de unas dos horas y algo. El hotel en el que nos alojamos está muy cerca de la Plaza Mayor. Se llama Porta Coeli y es muy recomendable. Cada habitación tiene nombre de algún pueblo del entorno. Nosotros pernoctamos en Molina de Aragón (el pueblo donde se registran las temperaturas más bajas del país), pero con la calefacción a todo meter, enseguida nos olvidados del frío. Tras un paso por la oficina de turismo, nos organizamos las visitas. El sábado por la mañana entramos en la Casa del Doncel que, situada en una plaza frente a la iglesia de San Vicente, es uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Se empezó a construir en el siglo XIII aunque de sus primeros cimientos apenas quedan algunos restos en el sótano. Debió ser completamente levantada entre la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI. Ha tenido una larga existencia y ha sido morada de un rico mosaico de personajes ilustres: importantes familias como los Vázquez de Arce y Sosa, y los Marqueses de Bedmar, cuyos blasones fueron labrados sobre la fachada del edificio.
El aspecto exterior de la construcción se asemeja a una casa-torre con fachada gótica. De su interior nos llamó la atención la planta baja, donde puede verse una decoración con cenefas y arcos mudéjares.
Aunque teníamos previsto visitar la catedral también el sábado por la mañana, una boda chafó nuestros planes. No fue un gran problema: buscamos un sitio para comer y reponer fuerzas. Escogimos el Asador Sigüenza, donde comimos muy bien, especialmente los segundos: filete de buey, Jajaja y yo me zampé un secreto.
Tras pasar por “Molina de Aragón” a echarnos la siesta, fuimos a la Catedral, donde nos apuntamos a una vistita guiada con un grupo no demasiado numeroso. Lo primero que llama la atención es la mezcla de estilos, lo que responde a dos etapas de su construcción. Una primera románica y una segunda, que se prolonga hasta el siglo XV y corresponde a un gótico. Destacaría el claustro, de estilo gótico tardío con elementos renacentistas y, cómo no, la Capilla del Doncel, que es un verdadero museo de obras de la estatuaria castellana de los siglos XV y XVI. En el interior hay varios enterramientos, destacando en el centro del panteón el mausoleo, de estilo renacimiento, de los padres del Doncel, Fernando de Arce y Catalina de Sosa, sostenido por leones y con efigies yacentes de ambos, la cabeza de ella sobre un cojín, la de él sobre laureles, indicando que murió guerreando. Pero la obra maestra de esta capilla y quizás de la Catedral, es el enterramiento de Martín Vázquez de Arce, el Doncel de Sigüenza, en gótico flamígero obra de Sebastián de Almonacid; bajo una hornacina en arco de medio punto, se halla el sepulcro con la estatua semiyacente del Doncel recostado, en alabastro.
Paseamos por el Parque de la Alameda. Visitamos algunas Iglesias (San Vicente, Santiago…). Nos acercamos al Monasterio de Nuestra Señora de los Huertos, habitado por una comunidad de mojas Clarisas que, a tenor de la cola que se montó, deben hacer unos dulces estupendos. No obstante, los restos arqueológicos de la entrada a alguno pueda quitarle el apetito…
En fin, como siempre, viajar, comer, beber, aprender y disfrutar de nuestra mutua compañía.
El aspecto exterior de la construcción se asemeja a una casa-torre con fachada gótica. De su interior nos llamó la atención la planta baja, donde puede verse una decoración con cenefas y arcos mudéjares.
Aunque teníamos previsto visitar la catedral también el sábado por la mañana, una boda chafó nuestros planes. No fue un gran problema: buscamos un sitio para comer y reponer fuerzas. Escogimos el Asador Sigüenza, donde comimos muy bien, especialmente los segundos: filete de buey, Jajaja y yo me zampé un secreto.
Tras pasar por “Molina de Aragón” a echarnos la siesta, fuimos a la Catedral, donde nos apuntamos a una vistita guiada con un grupo no demasiado numeroso. Lo primero que llama la atención es la mezcla de estilos, lo que responde a dos etapas de su construcción. Una primera románica y una segunda, que se prolonga hasta el siglo XV y corresponde a un gótico. Destacaría el claustro, de estilo gótico tardío con elementos renacentistas y, cómo no, la Capilla del Doncel, que es un verdadero museo de obras de la estatuaria castellana de los siglos XV y XVI. En el interior hay varios enterramientos, destacando en el centro del panteón el mausoleo, de estilo renacimiento, de los padres del Doncel, Fernando de Arce y Catalina de Sosa, sostenido por leones y con efigies yacentes de ambos, la cabeza de ella sobre un cojín, la de él sobre laureles, indicando que murió guerreando. Pero la obra maestra de esta capilla y quizás de la Catedral, es el enterramiento de Martín Vázquez de Arce, el Doncel de Sigüenza, en gótico flamígero obra de Sebastián de Almonacid; bajo una hornacina en arco de medio punto, se halla el sepulcro con la estatua semiyacente del Doncel recostado, en alabastro.
Paseamos por el Parque de la Alameda. Visitamos algunas Iglesias (San Vicente, Santiago…). Nos acercamos al Monasterio de Nuestra Señora de los Huertos, habitado por una comunidad de mojas Clarisas que, a tenor de la cola que se montó, deben hacer unos dulces estupendos. No obstante, los restos arqueológicos de la entrada a alguno pueda quitarle el apetito…
En fin, como siempre, viajar, comer, beber, aprender y disfrutar de nuestra mutua compañía.
7 comentarios:
Me lo apunto. Mira que he pasado varias veces por Sigüenza, pero nunca me he parado a visitarla. Un saludo
¡Qué bien contáis vuestros viajes!.Yo ya he estado en Sigüenza, pero después de este "pos", tendré que volver..
¡Hola Dorami!
Pues nunca hemos estado por allí, pero metomo nota.
Lo de la calavera esa es un poco fuerte ¿no?.
Pues a mí me gusta Sigüenza porque tiene diéresis, y eso es un hecho diferencial de gran nivel. Lo malo de esa peculiaridad es que a la gente le cuesta poner esos dos pintorescos puntos sobre la u.
¡VIVA LA DIÉRESIS!
Os recomiendo a todos la visita a ¨. En efecto, Peritoni, lo de la calavera es muy fuerte. Con lo morbosa que soy no pude evitar hacer la foto...
Por cierto, Meteorismo, a mí también me pone mogollón la diéresis. De hecho, pongo los dos puntitos antes que la palabra, por lo que alguna vez lo que se me olvida es la palabra (ja, ja, ja)
¡Felicidades atrasadísimas! Qué buen viaje. Esa tumba tengo que verla con mis ojillos.
Besos.
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