miércoles, 16 de julio de 2008

Balanzas fiscales y otros cuentos de viejas

Tras una semana apartado del mundanal ruido en Plasencia, donde estuve realizando un curso de verano, he vuelto a la realidad cotidiana y me he encontrado con una vorágine de noticias: La suspensión de pagos de Fadesa-Martinsa, la implicación de un concejal del Ayuntamiento de Madrid en la “operación Guateque”, el asunto de las cuentas opacas en Liechtenstein, los despidos en Spanair, lo de los guardias civiles del Molar… Para rematar, el Gobierno ha publicado las tan traídas y llevadas balanzas fiscales entre comunidades autónomas. Todos estos acontecimientos están provocando que nos encontremos ante un verano caliente, no solo en lo climatológico, sino también en lo político.

Lo de la publicación de las balanzas fiscales obedece, al parecer, a una promesa que realizó Zapatero en su discurso de investidura. No voy a entrar en el debate sobre la conveniencia o no de publicar las dichosas balanzas, como hacen los de UPyD, ni en los diferentes criterios que se pueden aplicar para la realización de estas, mayormente porque parto de la base de que son una soberana sandez. ¿A qué debo mi opinión? No diré que estos datos no puedan tener algún interés en términos estadísticos, pero desde luego no tienen ninguno en cuanto a una pretendida “justicia” en el reparto de fondos públicos. Aunque no lo parezca, ya no nos encontramos en la España de Felipe IV y la tributación no se realiza por territorios, sino que es cada ciudadano, en función de su renta, el que tributa a la Hacienda Pública. Estos impuestos deben servir para realizar una cierta redistribución de la riqueza, lo que contribuye a aumentar el bienestar y la seguridad de una sociedad y a crear un mercado más amplio que tenga posibilidades de generar aun más riqueza. Los que exigen que las inversiones del Estado en cada comunidad se adecuen a los impuestos solo buscan fragmentar aun más esa sociedad, agudizar sus desigualdades y avivar los conflictos. ¡Ya que no podemos ganar votos gracias a nuestro trabajo y una gestión acertada, recurramos al odio al enemigo exterior!

Por otra parte, ¿por qué detenernos en la comunidad autónoma? ¿Por qué tenemos que financiar a los de otra provincia? ¿O a los del pueblo de al lado, que son todos unos vagos y unos maleantes? Siguiendo este razonamiento, ¿por qué no se me da a mí mejor asistencia sanitaria (por poner un ejemplo) que a mi vecino, padre de familia con cuatro hijos que gana el salario mínimo? Esto último pudiera parecer una barbaridad (y de hecho lo es), pero no es más que, llevado al extremo, lo que proponen, no solo los señoritos cortijeros de CiU, sino también partidos que se dicen de izquierdas, como ERC y el PSC. Gentes que se consideran muy europeístas y muy solidarias pero que demuestran con este tipo de cosas que su mentalidad está más cercana a la de los anarcoliberales de Biblia y escopeta del Medio Oeste americano: paletos, intolerantes y xenófobos.

Por si queréis más información sobre el tema de las balanzas fiscales, aquí tenéis una presentación sobre el tema, cortesía del País y el Gobierno de España: Balanzas fiscales de las CC.AA. con el sector público estatal.

P.D.: Os recuerdo que podéis seguir aportando vuestras recomendaciones para nuestro viaje a Nueva York en el artículo "New York, New York".

6 comentarios:

Suntzu dijo...

Más razón que un santo tienes. Si empezamos con estas tonterías, al final acabamos haciendo otras mucho más grandes.
Yo cada vez entiendo menos las cosas.

Meteorismo galáctico dijo...

La palabra justicia se usa mucho y mal. Lo mismo que ocurre con otras dos muy utilizadas por nuestros políticos y “pidioristas”: libertad y democracia. Aquí cada uno le da a esas palabras el sentido que le apetece, el caso es pronunciarlas, así uno queda como una persona moderna, comprometida con la igualdad (otra palabra de las que tienen infinitos significados), y solidaria (no dejan de aparecer palabras comodín) con los necesitados.

El fraccionamiento del estado español en 17 autonomías se supone que iba a servir para agilizar la administración de nuestra amada nación de naciones pero, en algunos casos, ha servido para que algunos necios se hagan los mártires asumiendo que si este año se ha recaudado en su territorio más de lo que se ha invertido en él, se está cometiendo una gran injusticia con ellos. Tal vez sería bueno que echasen la vista atrás y obtuviesen los datos de inversión de las épocas en las que se hicieron autopistas, autovías, líneas de tren, olimpiadas, exposiciones varias, etc. A lo mejor entonces se invirtió en esos sitios más de lo que se recaudó. Tal vez en las zonas en las que ahora se invierte más de lo que se recauda, no haya muchas autopistas, ni tren de alta velocidad, ni grandes motivos de atracción turística. Yo diría que las estadísticas son muy bonitas pero tienen un gran peligro cuando las maneja gente estúpida o, peor, malintencionada. Un mismo dato explicado por dos personas diferentes (o por el mismo cretino en distintas ocasiones) puede servir para justificar cosas opuestas.

¡VIVA LA SOLIDARIDAD CON UNO MISMO!
¡VIVA EL REPARTO DE LAS RIQUEZAS AJENAS!
¡VIVA YO!

Hel dijo...

Para que vamos a discutir si estamos de acuerdo.

Anónimo dijo...

Subnormal???

Jajaja dijo...

Vaya. Pensaba que este iba a ser un artículo polémico y va a ser el del talante, aquí estamos todos de acuerdo (Hel, te he pillado, el anónimo ese eres tú).

Otra palabra comodín, Meteorismo: Progreso.

Hel dijo...

Pero era para que lo borraras y pareciera polémico.