viernes, 18 de enero de 2008

Noches de fondue y rosas

El pasado fin de semana ha sido un fin de semana gastronómico para nosotros. Además de las fabas con conejo que ya os comenté en el artículo anterior que comimos el domingo, el sábado probó nuestro risotto nuestra comentarista Anónimo (a ver si te buscas un seudónimo más “glamuroso”, más a tono contigo misma) y el viernes vinieron a cenar otros amigos: María, Laura y Carlos.

La cena del viernes fue tipo campestre: tortilla de patatas, chorizos a la sidra, empanada, champiñones, pastel de cabracho… En principio habíamos pensado hacer una fondue, ya que precisamente ellos nos habían regalado una en el cumpleaños de Dorami. Lo que pasa es que, como no la habíamos hecho nunca, preferimos hacer una como prueba solo para nosotros dos la noche antes de que Dorami se marchara de vacaciones de Navidad.

Pensamos hacer una fondue de carne, así que compramos carne de ternera, de pollo, mostaza, salsa con ajo, ketchup… Hicimos 4 ó 5 salsas y nos pusimos a preparar la fondue. Mientras calentábamos el aceite del caquelón (el cazuelo) en la cocina, yo me puse a encender el mechero. Lo llené de alcohol y luego intenté encenderlo con una servilleta de papel a la que había prendido fuego. Resultado: la servilleta prendió como la yesca pero el alcohol nada de nada. Así que me vi obligado a tirar la servilleta al suelo donde la apagamos a pisotón limpio. Gracias a Dios tenemos suelo de terrazo. Recogí las cenizas con el cogedor y les eché un poco de agua pero, como Dorami no se fiaba de que estuviesen bien apagadas, me las llevé para tirarlas al water. No sé exactamente por qué, pero al entrar en el servicio, con las luces apagadas, la mitad del contenido se fue al suelo transformándolo en algo parecido a una pista de hielo.

Finalmente Dorami fue capaz de encender el mechero. Había algunas llamitas sobre la superficie exterior, seguramente debidas a algunas gotas de alcohol que habían caído allí al rellenarlo; se apagarían cuando se consumiesen las gotitas, pensamos. Así que colocamos el mechero dentro del soporte y el caquelón encima. Empezamos a comer la carne, felices como cochinitos con lo bien que nos estaba saliendo nuestra fondue, pero al poco tiempo nos dimos cuenta que verdaderas llamaradas estaban saliendo de la parte de abajo del caquelón. El recipiente se estaba ennegreciendo cuando decidimos retirarlo de encima del soporte: me protegí las manos con un guante de cocina y un trapo y, con el trapo ardiendo, pues lo habían prendido las llamas que ya sobrepasaban en altura al caquelón, me lo llevé a la cocina. Una vez puesto a salvo de las llamas el aceite, fui al servicio a echarme un poco de agua y crema hidratante en los dedos que me había quemado ligeramente con el trapo ardiente y casi me mato al resbalar en el agua con cenizas que se me había caído antes.

Como el mechero tiene un asita, así como la de una sartén, intenté cogerlo por ella para llevármelo también a la cocina. Resultado: me quedé con la parte de arriba, la que utilizas para reducir el paso de oxígeno y así hacer la llama más pequeña, en la mano. La cazoleta con el alcohol, abierta al aire, ardía con más fuerza si cabe. Una escena dantesca, algo así como esto:



Así que tomamos una decisión, la más dura para un jefe de bomberos ante un siniestro: “Dejemos que arda, ya se apagará cuando no quede nada que quemar”. Apartamos el soporte ardiente, freímos la carne en una sartén y nos la comimos a la luz de las llamas. Al final, hasta tuvimos una cena romántica y todo.

A la mañana siguiente recuperamos lo que quedaba de la fondue: unos restos ennegrecidos, con la pintura saltada, deformados… Fueron directos a la basura. Ese fue el final de nuestra fondue.

P.D.: releyendo esta última frase me ha parecido que podía dar la impresión de que queremos que nos regalen otra fondue. Aviso a navegantes: al que se le ocurra semejante idea, le meto ese cacharro infernal por…

6 comentarios:

Suntzu dijo...

La leche. Acabo de cenar y, a pesar de ello, leer la entrada me ha dado un hambre...
¡Que aproveche!

Suntzu dijo...

Por cierto, ¿hubo heridos?

Meteorismo galáctico dijo...

Por un momento pensé que habríais perecido calcinados pero, como soy muy listo, me he dicho a mí mismo: Meteorismo, pedazo de memo ¿cómo van a haber muerto si han escrito la historia de lo ocurrido?

Y gracias a esa cavilación he conseguido sobreponerme a mi primera y terrible sospecha.

¡ABAJO LAS FONDUES!
¡VIVA LA SARTÉN!

Jajaja dijo...

Gracias por preocuparos por la integridad física de nuestras personitas. El único herido fue nuestro orgullo de chefs. Nos hemos recetado una fabada para acelerar su recuperación.

Anónimo dijo...

Me congratula saber que habéis salido "idennes" de esa aventura.Estoy con Meteorismo, ¡abajo las fondues, que son un invento bárbaro!,¡viva la sartén y los torreznos!

Jajaja dijo...

Antares, me uno a tu grito: ¡Viva los torreznos! Sobre todo sin son los del Círculo Católico del Burgo de Osma (son los que come Benedicto).