lunes, 14 de enero de 2008

Toledo 1 – Tomelloso 0

C.D. Toledo: Oliver, Oscar Martín, Fariña, Javi Martel, Pedro Velasco (Robert, m. 44), Barbero, Padilla, David Ruiz (Antonio, m. 89), Pepe Domingo (Roizo, m. 75), Elías, Escalada.
Tomelloso C.F.: Javi López, Dani, Luismi, Fede, Requena (Mateo, m. 89), Agustín, Lominchar, José Mari (Lope, m. 80), Vilchez, Jesús Gómez (Josevi, m. 68), Naranjo.
Árbitro: Martínez Olivas, del colegio castellano-manchego, auxiliado por Culebras Gómez y Torres Castellanos. Amonestó a Oscar Martín, Elías, Robert y Barbero por el Toledo y a Jesús y José Mari por el Tomelloso.
Goles: 1-0, m. 87, Roizo.
Incidencias: Encuentro celebrado en el Estadio del Salto del Caballo de Toledo. 1.700 espectadores. Presenció el encuentro el alcalde de Toledo, Emiliano García Page.

Como ya sabéis Dorami y yo somos grandes deportistas: hacemos natación, vamos a bailes de salón… hasta estamos pensando comprarnos la Wii. Así que ante la celebración el pasado domingo del partido del siglo, en el que se enfrentaban Toledo y Tomelloso, los dos primeros clasificados del grupo XVIII de Tercera División, no podíamos dejar de acudir (nos regalaron invitaciones y no ponían nada ni medio decente en el cine).

En el estadio se respiraba el ambiente de las grandes ocasiones: el Toledo se había proclamado campeón de invierno con las mejores estadísticas de toda su historia y en este partido tenía la oportunidad de dar un golpe de autoridad derrotando al segundo y demostrando que es el líder indiscutible del grupo. En las gradas una mezcla de chavalines de instituto (donde el club había repartido invitaciones, ya sabéis de donde sacamos las nuestras), juveniles de la tercera edad y tipos de esos con edad para tener un Seat León pero a los que yo no confiaría ni un auto de choque. Además algunos matrimonios de mediana edad, con más pinta de misa de domingo que de tarde (desapacible) de “fúrgol”. Tres parejas de este tipo se sentaron delante de nosotros. Ellas con abrigo de pieles hasta los pies y taconazos. Ellos con abrigo de cuero y farias: dos se decantaban por la gomina, el peinado del otro era algo así como el casco de Darth Vader hecho de rizos. Dorami estaba fascinada, se pasó la primera parte prestándoles más atención a ellos que al partido, lo que por otra parte tampoco me extraña demasiado. Y es que desde que empezó el partido se vio por donde iban a ir los tiros: los del Tomelloso ni se bajan del autobús, lo aparcan en medio de su campo y se dedican a destrozar el juego del Toledo a base de patadón y tentetieso. El árbitro, incomprensiblemente, les ayuda en su empeño dejando pasar unas entradas escalofriantes. Los verdiblancos, espoleados por su doble condición de locales y favoritos, se muestran más ambiciosos pero no mucho más competentes. Un coñazo, vamos.

Dado que Dorami y yo nos acabábamos de apretar para comer unas fabas con conejo, llegamos al descanso con una sed de camello. Como era la primera vez que pisábamos el Salto del Caballo no teníamos ni idea de donde estaba la cafetería. “Sigamos a la gente”, nos dijimos. Y así lo hicimos: siguiendo a “Lord Vader Pelucón” y sus congéneres subimos hacia los palcos y luego empezamos a bajar por unas escaleras oscuras que parecían llevarnos al infierno de la Regional Preferente (al inframundo futbolístico, vamos). Al final llegamos a una sala abarrotada de gente, con trofeos por las paredes, camareros y canapés. Cuando llegamos a la barra nos llamaron la atención dos cosas: que la gente se estaba poniendo tibia de whisky (yo creía que en los estadios no se servía alcohol) y que allí no pagaba ni Dios. “Será un desagravio del club para agradecernos que vengamos a ver a esta panda de tuercebotas”, comenté yo sin mucha convicción. El caso es que arramblamos con un par de refrescos y unos cuantos “canapeses” y nos largamos antes de que alguien se preguntara quién coño éramos nosotros.

La segunda parte empezó con la misma tónica que la primera. Los manchegos encerrados en su campo y el Toledo atacando con más ímpetu que ideas. El centrocampista toledano David Ruiz descubrió que había un hueco por su banda de la anchura de la Autovía de los Viñedos y allí se centró todo el juego ofensivo de los locales. Pero, claro, no es tan fácil marcar cuando confías todo tu juego ofensivo en centros a la olla, si es más que evidente que David Ruiz no es David Beckham y sus compañeros… como lo diría yo… deben ser todos licenciados, porque, desde luego, la cabeza para rematar no la tienen. Los ánimos del público empezaban a caldearse y el árbitro no hacía demasiado por apaciguar los ánimos, con un arbitraje claramente anti-casero. Creo que lo más suave que le dijeron fue cuando pusieron en duda la honorabilidad de su madre. Había un tío con gorra alzado sobre la valla al que creíamos que le iba a dar un síncope, de cómo estaba de congestionado mientras insultaba al linier. Yo me volví a Dorami y le dije:
- Si alguna vez tenemos un hijo…
- …No lo vamos a traer al fútbol ni de coña – completó ella mi frase, mientras una chiquilla que debía rondar la decena de primaveras le dedicaba al colegiado epítetos que hubieran hecho sonrojarse a un descargador de muelles.

Finalmente, tanto fue el cántaro a la fuente que, a tres minutos del final, en un barullo en el área, Roizo empujó el balón al fondo de las mallas. ¡Gol del Toledo! Salió por fin el Tomelloso de su cueva pero fue inútil, tras un par de sustos en la portería local el árbitro pitó el final del partido. Menos el tío de la gorra, que se quedó chillando y aporreando el túnel de vestuarios, todos nos marchamos muy contentos por la victoria, tarareando el himno de nuestro equipo, que aquí os incluyo por su relevancia como documento antropológico:



Esto sí que es una canción friki y no lo del baile del pañuelo.

3 comentarios:

Meteorismo galáctico dijo...

¡Qué gran himno el de vuestro equipo! La música, generada íntegramente con un órgano electrónico Casio, me recuerda enormemente el sonido del grupo Camela. La letra tiene profusión de vocablos como imperio “poder”, “victoria”, “sangre”, “fuego”, “valor” o “águila” que simbolizan una etapa que todos los demócratas querríamos desterrar de nuestra memoria, así que yo propongo que convoquen un concurso (aprovechando el tirón del que se hizo para el himno nacional), para renovar los “lirycs” de esa fascistoide canción.

Anónimo dijo...

¿Friki la canción? pa friki el friki de mi novio, que despatarrado en el sofá viendo no sé qué friki-película, y de Xixón de toda la vida, acaba de pronunciar las siguientes palabras cuando le enseño el enlace que habéis puesto al himno: "la conozco, vida, la conozco". Con lo que me acabo de quedar muerrrrta. Para que luego se asuste Dorami de lo friki que se está volviendo. Besinos.

Jajaja dijo...

Meteorismo,

Teniendo en cuenta como ha terminado el esperpento del nuevo himno de la SGAE, casi mejor vamos a dejar el himno del Toledo como está. Si lo cambiamos no le gustará a los Komandos Verdes porque no haría suficientes referencias ni al águila ni al Imperio, ni a García Page porque no hablaría de todo lo que la Junta ha hecho por Toledo, ni a los parroquianos habituales del pub Garcilaso porque sería un ritmo antiguo y poco "cool", ni a los que van a los conciertos de órgano porque la música no valdría un pimiento, ni a los vecinos de Santa María Benquerencia porque no haría énfasis en el hecho diferencial poligonero... Dejemoslo como está y disfrutemos de su ritmo Casio y esa letra absolutamente chanante. Podría convertirse en un nuevo "jit" en las fiestas en casa de Antares, compitiendo incluso con Aquarius.

Marramiau,

Si tu "churri" conoce hasta el himno del Toledo, podrías enviarlo al concurso ese de Antena 3 de completar canciones; los "jits" de los sesenta, setenta y ochenta serán pan comido para él.