jueves, 23 de agosto de 2007

Apuntes sobre Bélgica (I)

Hola, holita, amiguitos. Ya estamos de nuevo en casa. Es la vida, todo acaba, incluidas las vacaciones. Así que como lo prometido es duda, aquí comienza una serie de articulillos sobre nuestro periplo belga. Tanto Dorami como yo vamos a escribir, cada uno por nuestro lado, sobre lo que nos han parecido Bélgica. No temáis, tampoco serán muchos, no queremos que acabéis hartos del país de los flamencos y los valones. Esperamos que puedan seros de utilidad si algún día os dejáis caer por esos lares.

Pues allá vamos:
  • Cómo llegar: Nosotros fuimos en avión desde Madrid. Estuvimos pensando en ir en tren, pero no hay tren directo desde España. Elegimos ir con Brussels Airlines porque es bastante más barato que Iberia y vuela directamente a Bruselas, no como hace Ryanair, que va a Charleroi, donde tienes que coger un autobús que te lleva a la estación de tren que te lleva a Bruselas... En cambio en el aeropuerto de Bruselas puedes coger el tren, que te deja en 20 minutos en el centro.
  • Trenes: Bélgica tiene una red de tren impresionante. Desde las 6 de la mañana a las 12 de la noche circulan multitud de trenes. Para desplazarte entre dos ciudades no tienes porqué preocuparte por la hora que sale tu tren. Llegas a la estación y en poco tiempo saldrá uno que puedas coger para llegar a tu destino. Además, las distancias son cortas, lo que hace que los viajes sean muy rápidos: el que más nos llevo fue el de Bruselas a Brujas, una hora. Eso sí, las estaciones están en su mayoría en un estado de decrepitud bastante avanzado. Otra cosa, por si sois aficionados al “simpa”: a nosotros los revisores nos pidieron los billetes en casi todos los viajes.
  • Idioma: Chapurreando inglés te puedes manejar estupendamente. Casi todo el mundo lo habla. Eso sí, semejante predominio del inglés no se extiende al lenguaje escrito. En los restaurantes flamencos, la mayoría de las cartas están en neerlandés, única y exclusivamente. En Bruselas te encuentras más cartas en inglés y si no siempre están en francés, que se parece más a la lengua de Cervantes.
  • Albergues: Ya os habíamos comentado que nos íbamos a hospedar en albergues en este viaje. Es una forma de alojamiento con poca tradición en España, pero muy utilizada en otros países europeos. No solo se hospedan en ellos gente joven, vimos bastantes familias con niños y varias parejas de cincuentones. El albergue “Jacques Brel” de Bruselas, que fue en el que dormimos allí, está a unos 15 minutos andando del centro. Cogimos una habitación doble con baño que nos salió a unos 45 € por noche (desayuno incluido). Tiene un bar con una terracita muy agradable y una estupenda selección de cervezas belgas a precios económicos donde tomamos la última varias noches. El inconveniente: el albergue es un poco antiguo y no está demasiado limpio. El de Brujas era más nuevo y estaba más limpio. Pero durante la temporada alta no tienen habitaciones dobles, así que nos tuvimos que alojar en dormitorios de seis, Dorami en el de chicas y yo en el de chicos, que es lo decente. Las duchas, eso sí, eran comunes (misterios de la mentalidad belga). Además estaba donde da la vuelta el viento. El mejor albergue, sin duda, fue el de Gante, el “De Draecke” (“El Dragón”, en la fotografía): céntrico, bastante nuevo y muy limpio. Y con habitaciones dobles con baño, Dorami acabó escarmentada de lo de dormir con otra gente después de la experiencia con una de sus compañeras de cuarto, la china de las mil bolsas. ¡Ah! Un consejo con respecto a los albergues: no fuméis en las habitaciones, tienen detectores de humos en todas las habitaciones y no están de adorno. A nosotros nos saltó una vez en Bruselas, creemos que a causa del vapor de la ducha, y uno de recepción se nos metió en la habitación para ver si estábamos fumando, con tanta oportunidad que nos pilló a Dorami en paños menores y a mí en el servicio. Os podéis imaginar la escena: Dorami en la cama, tapándose con las sábanas y chillando, y yo, agarrándome los pantalones, intentando convencer en una mezcla de inglés, francés, español y balbuceo nervioso a un belga, que creía que éramos unos transgresores adictos a la nicotina, de que había sido una falsa alarma para que se largara de una puta vez.
  • Comida: Los turistas en Bélgica parecen alimentarse casi únicamente a base de mejillones (cocinados con toda clase de salsas) con patatas fritas, visto la profusión con la que los anuncian los restaurantes. La cocina belga no se queda ahí, aunque pudiera parecerlo: la carbonada flamenca, ternera guisada con cerveza, o el “waterzooi”, un guiso de pollo o pescado con verduras y una especie de salsa de nata, merecen una oportunidad. Y si no os animáis a probar las especialidades locales siempre os queda la pasta, que es omnipresente.
  • Bebida: Los belgas no tienen vino y el alcohol de alta graduación tiene unos precios de escándalo, pero para consolarse ahogan sus penas en cientos de cervezas, a cual mejor. Para unos cerveceros como Dorami y yo, aquello es un paraíso. Las cervezas más comunes son la Jupiler (la más vendida), la Maes y la Stella Artois, pero en la mayor parte de los sitios tienen también Leffe de barril, una cerveza de abadía muy buena a un precio razonable. En Bruselas son típicas las cervezas lámbicas, con sabores frutales. Hay tres variedades: gueuze, kriek y faro. A mí me gustó mucho la kriek, hecha de cerezas pero con un toque de bayas de sauco que le da un punto ácido. La mejor que probé es la de “Morte Subite”, con diferencia con respecto a las demás. A Dorami la cerveza que más le gusto fue la Troubadour, que solo encontramos en Gante. Otras cervezas que también nos dejaron buen sabor de boca fueron la Gouden Carolus, la Brugse Zot, la Corsendonk (Dorami está bebiendo una Corsendonk Agnes en la foto), la Keizer Karel, la Westmaller (la Doble y la Triple)…
  • Chocolate (del de comer): Ni Dorami ni yo somos chocolateros, así que no os podemos hacer ninguna recomendación sobre los famosos chocolates belgas. Ni sobre los gofres. Lo que sí comimos fue unos helados riquísimos. Os recomiendo dos heladerías: una en la acera izquierda de calle que sale de la Grande Place de Bruselas hacia la Bolsa, donde comí el mejor helado de frambuesa de mi vida, y Da Vinci, en Geltmuntstraat, en Brujas, unos helados con las tres bes: buenos, bonitos y baratos.
  • Atención al turista: ¿Habéis llegado alguna vez a una ciudad sin tener muy claro que ver, habéis ido a la oficina de turismo y os lo han comentado? ¿Sí? Pues no estabais en Bélgica. En las oficinas de turismo te sueltan el plano (en Malinas incluso te lo cobran) y allá te las compongas con él. Si vais a Bélgica llevad más o menos preparado desde casa lo que queréis visitar. Para ello podéis solicitar información a las oficinas de turismo de Flandes y Valonia. También hay información interesante en la página de ”Use-it”, que además sacan unos mapas turísticos en inglés (los “Free map for young travelers”) que al principio parecen una gilipollez pero luego resultan muy útiles.
Bueno, esto parece que ya se ha prolongado mucho, así que lo vamos a dejar aquí de momento y en un artículo siguiente hablaré de los encantos de cada una de las ciudades que visitamos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienvenidos, ya veo que habéis disfrutado del viaje. Como habéis ido con buen tiempo no habéis podido probar otra curiosa costumbre de esta gente, al menos en invierno que es cuando yo he estado, que son los quioscos en los que además de chocolate (del de comer) te sirven vino tinto caliente, de lo mejorcito para entrar en calor, aunque no muy recomendable en estas fechas.

Anónimo dijo...

Muy buena la anécdota del detector de humos. ¿os olisqueaba el alberguero mientras que jurabais y perjurabais que no habíais fumado? Es que me imagino la escena, con un belga narigudo husmeando el aire intentando encontrar restos de humo y me parto.

Meteorismo galáctico dijo...

¡Bienvenidos a casa, Dorami y Jajaja!

Jajaja, ¡”esijo” que reconozcas que lo que activó el detector de humos fueron los gases que estabas “espulsando” en tu acto deponedor en el retrete! Eso del vapor de la ducha no se lo traga nadie.

Me parece intolerable que no hayas hablado del “Manneken Piss” que, según creo, es lo más importante de Bélgica. Cuando yo estuve (a causa de un curso inútil que nos regaló IBM a algunos), había cola para hacerse fotos junto al absurdo muñeco. Espero que nos deleitéis con la publicación de vuestra foto en ese punto tan típico.

Jajaja dijo...

Abunturero,

Bienvenido a este, nuestro blog. Esperamos continuar contando contigo entre nuestros visitantes. El asunto del vino tinto caliente, que no me hubiera molestado probar, es también típico de Asturias, tierra de origen de mi compañera en la elaboración de este blog y en la vida en general.

Hel,

Yo no noté como olisqueara, pero ciertamente es una imagen de lo más hilarante. Así que queda incorporada a la narración oficial de la "anezdota" de aquí en adelante.

Meteorismo,

Ignoramos la causa que activo el "estractor" de humos. Lo del vapor de la ducha es tan solo una teoría que no fue puesta a prueba. Tu aseveración es también teórico, por lo que "esijo" que la "costates" científicamente antes de realizar acusaciones a la ligera.

En cuanto al Manneken Piss, ten paciencia y espera a "Apuntes sobre Bélgica (y II)" donde hablaré de nuestra experiencia con el singular "monumento".

Anónimo dijo...

Hola,

Que envidia me dais por haber visitado el paraiso de las cervezas, alli las cartas de cervezas son interminables y cada una que pruebas nunca te defrauda, nada que ver con lo de aqui.

No puedo dejar de sentirme identificado con la anecdota de la oficina de turismo, yo llegue alli ilusionado, pensando que las oficinas de turismo son todas como aqui, con gente que te dedica tiempo y te explica cosas de la ciudad, ¡que va! Alli lo deben ver como una tienda de folletos. ¡Que mal me sento cuando me quisieron cobrar por pedir uno con informacion de la ciudad! Encima me miraron como si fuese un rata que no se quiera gastar un euro, nada que ver con lo de aqui.

Un saludo y que la vuelta os haya sido leve
Luis