El jueves pasado fue, por si no estáis muy familiarizados con el calendario eclesiástico, Corpus Christi, la fiesta grande de Toledo. Dorami y yo no somos muy de procesiones, pero, de todas formas, cuando nos levantamos nos acercamos a ver el ambiente que había por el recorrido, con tanta suerte que, a los cinco minutos de estar allí, vimos pasar la Custodia (orgullo de la Catedral toledana).
Una vez que habíamos visto la Custodia, sentimos que ya habíamos cumplido con la Religión, así que bajamos a disfrutar de otro de los actos preparados con motivo del Corpus, en este caso algo más cercano a nuestros gustos y aficiones: las Terceras Jornadas de Cata de Vinos.
En el Paseo de Merchán, frente a la Puerta de Bisagra, numerosas bodegas de Castilla-La Mancha habían montado puestecillos donde degustar sus caldos. Por 5 € te daban una copa y “tickets” para probar cuatro vinos y tomar una tapa. Claro que como a la gente de las bodegas lo que les interesa es darse publicidad y que los conozcan, en la mayor parte de los “stands” no te pedían los cupones. Suerte que las tapas eran sustanciosas, que si no hubiéramos salido de allí a cuatro patas. Además de las bodegas, había allí montado otro tenderete de Divinum Vitae, una sociedad formada por 30 bodegas de la región para fomentar el enoturismo. Entre las actividades que tenían preparadas con motivo de las jornadas había varias visitas a bodegas. Ni que decir tiene que Dorami y yo nos apuntamos a la del día siguiente.
Así que el viernes, a las cinco de la tarde, nos recogió a un grupillo de unas veinte personas un microbús y nos llevó a La Guardia, un pueblo cercano a Toledo, donde se encuentra Bodegas Martúe. Martúe es una bodega joven, ha sacado al mercado tan solo cinco añadas, y relativamente pequeña, pero que ya se ha ganado una esplendida reputación. Se trata de un vino de la Tierra de Castilla, pero, por lo que nos comentaron, están en proceso de solicitar la condición de Vino de Pago. En la visita nos enseñaron la casa, la bodega y la nave de crianza y nos explicaron el proceso de elaboración. Terminamos con una cata comentada de sus tres vinos principales (elaboran también un tinto monovarietal los años en que han tenido una cosecha especialmente buena, pero este año no ha sido el caso): un blanco de Chardonnay que no habíamos probado nunca y que nos sorprendió gratamente; su vino principal, el Martúe 2005, de Cabernet-Sauvignon, Tempranillo, Syrah (la uva de moda) y Merlot, que era el que conocíamos (y que nos gusta mucho); y la joya de la bodega, el Martúe 2004 Especial, de Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon, que está “riquismo” (yo le dije a la chica que nos servía que dejase la botella, como en el Oeste, pero no coló).
En fin, una bodega de las que hacen que el tópico sobre los vinos de La Mancha (“mucha producción, baja calidad”) sea cada vez más un chascarrillo de mal gusto.
Una vez que habíamos visto la Custodia, sentimos que ya habíamos cumplido con la Religión, así que bajamos a disfrutar de otro de los actos preparados con motivo del Corpus, en este caso algo más cercano a nuestros gustos y aficiones: las Terceras Jornadas de Cata de Vinos.
En el Paseo de Merchán, frente a la Puerta de Bisagra, numerosas bodegas de Castilla-La Mancha habían montado puestecillos donde degustar sus caldos. Por 5 € te daban una copa y “tickets” para probar cuatro vinos y tomar una tapa. Claro que como a la gente de las bodegas lo que les interesa es darse publicidad y que los conozcan, en la mayor parte de los “stands” no te pedían los cupones. Suerte que las tapas eran sustanciosas, que si no hubiéramos salido de allí a cuatro patas. Además de las bodegas, había allí montado otro tenderete de Divinum Vitae, una sociedad formada por 30 bodegas de la región para fomentar el enoturismo. Entre las actividades que tenían preparadas con motivo de las jornadas había varias visitas a bodegas. Ni que decir tiene que Dorami y yo nos apuntamos a la del día siguiente.
Así que el viernes, a las cinco de la tarde, nos recogió a un grupillo de unas veinte personas un microbús y nos llevó a La Guardia, un pueblo cercano a Toledo, donde se encuentra Bodegas Martúe. Martúe es una bodega joven, ha sacado al mercado tan solo cinco añadas, y relativamente pequeña, pero que ya se ha ganado una esplendida reputación. Se trata de un vino de la Tierra de Castilla, pero, por lo que nos comentaron, están en proceso de solicitar la condición de Vino de Pago. En la visita nos enseñaron la casa, la bodega y la nave de crianza y nos explicaron el proceso de elaboración. Terminamos con una cata comentada de sus tres vinos principales (elaboran también un tinto monovarietal los años en que han tenido una cosecha especialmente buena, pero este año no ha sido el caso): un blanco de Chardonnay que no habíamos probado nunca y que nos sorprendió gratamente; su vino principal, el Martúe 2005, de Cabernet-Sauvignon, Tempranillo, Syrah (la uva de moda) y Merlot, que era el que conocíamos (y que nos gusta mucho); y la joya de la bodega, el Martúe 2004 Especial, de Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon, que está “riquismo” (yo le dije a la chica que nos servía que dejase la botella, como en el Oeste, pero no coló).
En fin, una bodega de las que hacen que el tópico sobre los vinos de La Mancha (“mucha producción, baja calidad”) sea cada vez más un chascarrillo de mal gusto.
Por si os interesa, os dejo la dirección de la página “güeb” de Bodegas Martúe. En cuanto al tema del enoturismo, esta es la página de Divinum Vitae, para que conozcáis Castilla-La Mancha entre copas. ¡Ea! ¡Miau!
6 comentarios:
Pues a mí no me gusta el vino y la verdad es que no entiendo la razón por la que, desde hace unos años, se ha puesto de moda el tema vinícola. No dudo que haya gente como vosotros dos, Jajaja y Dorami, a quienes interese de verdad lo relacionado con el vino y que sepan gozar con la degustación del zumo de uva fermentado y procesado, pero me permito poner en duda que muchos de los que dicen gozar de la cata de un buen vino sepan distinguir un Don Simón de uno de esos vinos caros y supuestamente exquisitos. Digo “supuestamente” porque yo, por más que pruebo vinos en todas las bodas o funerales a los que asisto, no soy capaz de encontrar uno que me resulte verdaderamente gozoso al paladar. Miento, el Lambrusco sí que me gusta, pero me temo que ese vino será considerado como una vulgaridad.
Y con esta crítica a los amantes ficticios del vino, dedico un sonoro y oloroso cuesco a todos ellos para que, ya que no saben distinguir un vino bueno de uno malo (como yo), por lo menos aprendan a gozar de las mejores esencias de mis recovecos intestinales.
Meteorismo,
Tales declaraciones en lo relativo al zumo de uva fermentado se merecen una canción.
Música, maestro:
Con el pimpiribín pimpín,
con el pamparabán pampán,
al que no le gusta el vino
es un animal, es un animal,
o no tiene un real,
que es lo más normal
en las calles de
esta capital.
No, en serio: mucho me temo, Meteorismo, que lo único que nos diferencia a Dorami y a mí de los tipos esos que denuestas es que reconocemos nuestra ignorancia en materia vinícola. Al contrario que a ti, a nosotros sí nos gusta el vino (que mal suena esto) así que, ya que estamos, nos gusta ampliar nuestros conocimientos sobre la materia para disfrutar más de nuestra afición (y que se nos califique de enófilos, en vez de borrachuzos).
Por cierto, a mí también me gusta el Lambrusco, lo que seguramente me ponga en alguna lista negra enológica.
A mí también me gusta el "Lambrusco", con unos ganchitos y unas olivas, que más se puede pedir..
Hola Ja,ja,ja. Te devuelvo la visita.
Pues yo tampoco soy un gran fan del vino. La cerveza de oferta del Caprabo debe haberme trastornado el paladar. Esa, esa... la de 0,28 la lata.
La cerveza de Caprabo no la conozco. De las cervezas de marcas blancas he tomado la de Mercadona (que tenían una de trigo que sin ser la Franziskaner no estaba nada mal) y la de "Erojki". Y la verdad es que las encuentro mejores y menos dañinas para el paladar que la famosa Heineken o la Amstel (antigua Aguila).
De todas formas no creo que tomarte una cerveza del montón te quite la posibilidad de apreciar la calidad (ya sea en materia vinícola como cervezícola).
Bien Jajaja, evidentemente mi comentario iba de coña.
El otro día probé, en un pub de estilo irlandés en Calahorra, una cerveza negra que quitaba el hipo. No recuerdo la marca ¡redios!.
En cuanto al vino. Pues si, cuando alguno de mis amigos, más aficionados y entendidos que yo, pide una botellita cuando nos juntamos en alguna comida, siempre pruebo un "culín". Y se nota. Vaya si se nota.
Aún así, te recomiendo la Caprabo´s Beer. Su relación calidad/precio es más que aceptable.
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