lunes, 26 de marzo de 2007

La mala educación

Hoy pensaba escribir sobre La mala educación, la película de Almodóvar, pero, dado que no la he visto y que si comento dos películas seguidas me van a decir que este parece un blog sobre cine, voy a olvidarme de ella.

Como de algo tendré que hablar voy a informaros de que el domingo Dorami y yo estuvimos comiendo cocido en casa de unos amigos (por cierto muy rico, aunque Carlos, el cocinero y anfitrión, insistía en que le había quedado demasiado deshecho). Dado que todos los asistentes, exceptuándome a mí, eran profesores de secundaria, la conversación derivó (inevitablemente) al tema de la enseñanza.

Resulta triste encontrar gente con tanta vocación (prueba de ello es que les resulta casi imposible desconectar de su trabajo, para mi desgracia) pero que tiene una visión tan descorazonadora de la situación actual y las perspectivas de su trabajo. Se quejan de la violencia en las aulas, del poco respeto que sienten por ellos sus alumnos (un reflejo de lo que piensan sus padres), del bajísimo nivel de conocimientos que se les exige a los alumnos y de que estos, finalmente, aprenden todavía menos… Algunos chavales, incluso, llegan a Bachillerato sin saber escribir; vamos, no es que sean analfabetos, pero son incapaces de expresarse por escrito con un mínimo de coherencia y lo poco que son capaces de escribir no se entiende debido a unas faltas de ortografía terroríficas. Han ido pasando cursos aprovechando un sistema en el que el profesor que suspende es un profesor que se está buscando líos: con los propios alumnos, con sus padres, ¡con la Inspección de Educación!... Y seguirán pasando cursos y llegarán a la Universidad porque esta dinámica perversa se mantiene.

Hay quien se consuela pensando que en la Universidad, que es un entorno más impersonal, les impondrán un nivel de exigencia que les impedirá ir más allá. Yo no soy tan optimista. Con el descenso de la natalidad y la proliferación de universidades que estamos viviendo en los últimos años, cada vez habrá más dificultades para llenar las clases de las facultades. Las universidades que mantengan un alto nivel de exigencia se van a ver cada vez con menos alumnos frente a las que garanticen el título (que, no nos engañemos, es a por lo que va el 99% de la gente que acude a la Universidad). ¿Qué harán? Bajar el nivel, pues, al fin y al cabo, su negocio se basa en el alumnado. Así pues nos vamos a encontrar con una generación de ignorantes titulados en el lugar que correspondería a la élite intelectual del país.

¡Estamos jugándonos el futuro de España en nuestras aulas! ¿Cuándo los políticos se van a dar cuenta de que este SÍ es un tema de Estado? Pero ellos se dedican a acumular una reforma educativa sobre otra que, de momento, parecen llevarnos cada vez a peor. ¡Llevamos cinco reformas educativas entre los cuatro gobiernos de la Democracia! ¿Cómo puede ser eso?

Una de nuestras amigas afirmó que la decadencia de la Educación no solo estaba sucediendo en España, sino en todos los países de nuestro entorno, y que esto es debido a que a los políticos no les interesa arreglar la situación porque unos ciudadanos ignorantes son unos ciudadanos fácilmente manipulables. A mí me gustaría poder desechar esto como una teoría conspiratoria paranoica pero, al ver como los políticos parecen preocuparse por chorradas, abandonan la educación y se lanzan a controlar los medios de comunicación, siento no poder hacerlo. Me estaría engañando a mí mismo.

P.D.: El martes pasado la madre y la hermana de un alumno agredieron al director del instituto de Villacañas (Toledo). Parece que estos ataques pasan cada vez más desapercibidos. ¿Son ya tan comunes que han dejado de ser noticia?

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Por ahí he oído, que quieren equipar las agresiones a los profesores, con las agresiones a agentes de la autoridad. Eso sería un buen primer paso.

Meteorismo galáctico dijo...

A mí me encantan las teorías conspiratorias, es más, creo que están mucho más cerca de la realidad de lo que muchos anti-teorías-conspiratorias creen (o quieren hacernos creer que creen).

Es posible que cada vez seamos más ignorantes (de un tiempo a esta parte), pero nuestras autoridades se encargan de adularnos día a día diciendo esas cosas de que “el pueblo no es tonto” o “la ciudadanía sabe muy bien lo que hace”. En fin, esos cantos de sirena con los que se embauca con gran facilidad a los tontos que creen que no lo son.

Como nos creemos muy listos, no toleramos que nadie ponga en duda (aún con la prueba que supone un examen catastrófico) nuestra sapiencia. Si ZP dice que somos listos, es que lo somos ¿Quién es un profesorcillo de tres al cuarto para contradecir al presidente? Y, si juntamos eso con la cantinela de los derechos que tenemos (derecho a una carrera universitaria, derecho a un piso de trescientos metros cuadrados, derecho a un Audi A-8, derecho a viajar a las antípodas cada fin de semana…), nos volvemos insoportables para nuestros congéneres y extremadamente maleables para quienes nos pelotean sin disimulo.

Lo que hace falta aquí es una buena cura de humildad, por eso no está de más que desde estos foros de difusión de la estulticia hagamos hincapié en recordar a quienes nos leen lo muy estultos que son. El reconocimiento de la necedad es la base del progreso.

¡ESTULTOS DEL MUNDO, UNÍOS!

Dorami dijo...

Lo primero que procede es pedirte disculpas, en mi nombre y en el de nuestros amigos del colectivo, por el modo en que monopolizamos las conversaciones en todos nuestros encuentros. Es de educación, pues, empezar admitiendo nuestra "mala educación". En nuestra defensa sólo puedo decirte que hacemos esfuerzos por tratar otros temas, pero hay algún tipo de fuerza oculta que termina por arrastrarnos a ese mundo que tanto criticamos, pero que nos tiene atrapados como si de una secta se tratase. En lo referente a tu reflexión sobre (también) la mala educación de la educación, no puedo estar más de acuerdo. Me tienta exponer mi opinión con detalle, pero no quiero aburrir al personal. Opto por un breve comentario: todos los que participamos, directa o indirectamente, del sistema educativo español somos víctimas de lo que podría llamarse "el cambio del cambio del cambio..." (y así, y al paso que vamos, un "regressus ad infinutum"). La historia nos demuestra que los cambios son necesarios. Pero esa misma historia es un buen referente de como las transformaciones necesitan de un período de asentamiento. En mi opinión, si hay algo que necesita estabilidad en un país, dejando a un lado los coches, es su sistema educativo. Dadas las circunstancias, a nadie debe extrañar la mala educación de la educación. En lo referente a la mala educación de los educadores, la cosa pinta aún peor... Lo siento , chati.

Jajaja dijo...

Hel,

De esto sabes más que yo, así que si meto la zarpa, corrígeme: Según los artículos 550 y 551 del Código Penal es delito castigado con pena de uno a tres años de cárcel emplear la fuerza o intimidar gravemente a un funcionario público en el ejercicio de sus funciones. No creo que sea necesario equiparar a los profesores con guardias de la porra si se aplica la Ley que ya existe (hay diferencia de penas entre funcionarios y agentes de la autoridad pero no me parece excesivamente significativa). Me parece estúpido contarles a los chavales milongas sobre las maldades de la violencia en la nueva asignatura de Formación del Espíritu Nacional, cuando ven que la violencia funciona y que sale “gratis total”.

Meteorismo,

Coincido contigo en que es necesario asumir nuestra necedad. El ser humano, en general, se comporta neciamente en dos casos (“esceto” algunos que son necios en todas sus manifestaciones): somos incapaces de reconocer tanto nuestras equivocaciones como nuestra “inorancia”. Y aquí creo que está la clave.

Por supuesto que los ciudadanos no somos tan listos como dicen los políticos que nos adulan, pero tampoco tan tontos como parecen creer, a juzgar por sus actos. Ahí entra nuestra necedad: el político lanza una sandez al espacio y nosotros, en lugar de reconocer nuestra “inorancia” e informarnos sobre el asunto, asentimos lelamente (que es mucho más descansado). Otra muestra de nuestra necedad: somos incapaces de reconocer que un tío al que hemos dado nuestro voto porque tiene unas cejas “sesis”, porque no se le entiende cuando habla (muestra evidente de cultura e inteligencia) o porque el logo de su partido es bonito, sea un sinvergüenza, un alunado o un cantamañanas.

Hora es de reconocer nuestra necedad, falibilidad e “inorancia” y daremos un primer paso para convertirnos en ciudadanos y dejar de ser masa aborregada.

Meteorismo galáctico dijo...

Jajaja:

Tras tu "esposición", sólo me queda "espresar" mi "azmiración" por tu persona. No sé si tienes las cejas "sesis" o el culo respingón, pero si te presentas a las "prósimas" "eleciones" podrás contar con mi voto.

Jajaja dijo...

Tanto peloteo me escama, Meteorismo. ¿Acaso lo haces para mejor manipularnos y subvertir el carácter progresista de este blog, transformándolo en un bunker cavernícola y fascista como el tuyo?

Vicente dijo...

La violencia en las aulas en Secundaria es un problema real y unos y otros estamos dándole la espalda. Yo por suerte doy clases en Primaria donde tenemos otros problemas pero no llegamos a esos extremos. Con respecto a la política, estoy convencido que a los gobernantes les interesa un pueblo poco formado y fácilmente manipulable. Una buena educación les da miedo. A que temen???

Jajaja dijo...

Un artículo de Daniel Martín sobre el tema del declive universitario en mi panfleto favorito, Estrella Digital: Réquiem por la Universidad.