miércoles, 21 de julio de 2010

“Jrandes desPAÑA” (II): el Duque de Lerma

Hace un par de semanas Dorami y yo estuvimos, otro año más, en los cursos de verano de la UNED. Dorami estuvo haciendo uno sobre los retos de las ciudades en el siglo XXI o algo así, en el que, por lo que me contaba, se pasaban el día hablando de corrupción urbanística. El mío fue sobre el Duque de Lerma que, como veréis, tampoco era ajeno a ese tema.

Francisco de Sandoval y Rojas, primer duque de Lerma, primer marqués de Cea y quinto marqués de Denia pertenecía a una familia de la alta nobleza castellana. Los territorios que formaban el patrimonio familiar les fueron arrebatados debido a una mala elección de bando durante la endémica guerra civil que asoló Castilla durante la mayor parte del siglo XV. A cambio, en pago por los servicios prestados, les fue concedido un título aragonés, el condado de Denia. Lo malo era que este condado, por obra y gracia del enrevesado sistema feudal de rentas, aunque aupaba a los Sandoval a las primeras filas de la nobleza de la Corona de Aragón, no les proporcionaba más que escasos ingresos. Posteriormente, Fernando el Católico elevó Denia a la categoría de marquesado y su nieto Carlos V concede a los Sandoval la Grandeza desPAÑA. Así que la familia del futuro valido de Felipe III alcanza un puesto entre la más alta nobleza del reino pero, por desgracia, carece de los ingresos para mantener el nivel de vida que les exige semejante posición. ¿Como resuelve esto cualquier noble de la época que se precie? Endeudándose, claro.

Cuando Francisco de Sandoval tiene 21 años, muere su padre, lo que le convierte en cabeza de su casa, una casa, por otro lado, endeudada hasta las cejas. Afortunadamente para él, gracias a sus maneras de excelente cortesano y su (aparentemente sincera) religiosidad, fue seleccionado para formar parte de la casa del futuro rey Felipe III. Algunos historiadores sostienen que Lerma fue para Felipe III el padre que nunca tuvo, ya que Felipe II, por aquellas fechas tenía edad para ser más bien abuelo que padre suyo. Así, con la subida al trono del nuevo rey, Francisco de Sandoval se convierte en su hombre de confianza. Un hombre de confianza perteneciente a una de las familias de más rancio abolengo de la Monarquía Hispánica pero que se ha visto continuamente asediado por agudos problemas económicos. No parece una buena combinación. Por si esto fuera poco, Sandoval no tiene prácticamente ninguna experiencia de gobierno, un par de años como virrey de Valencia y para de contar. Sus exquisitas maneras, su conocimiento de la Corte, sus habilidades como bailarín… no parece que lo capaciten demasiado para ser el hombre más poderoso de un imperio que se extendía por cuatro continentes. Con esto no quiero decir que fuera tonto, no. Al fin y al cabo, mantenerse en el poder durante 20 años en una corte como la de los Austrias, que era un nido de víboras, exige considerables dosis de habilidad e inteligencia. Una buena muestra de su inteligencia es el diseño y ejecución de, con toda probabilidad, la mayor operación de especulación urbanística de la historia desPAÑA.

En 1601, el ya duque de Lerma convence a Felipe III para llevar la capital de Madrid a Valladolid. Naturalmente, una capital necesita un palacio real, edificios oficiales, residencias para altos dignatarios… Lerma, llevado sin duda por su afán de servicio público, había realizado con anterioridad numerosas compras de bienes inmuebles en la ciudad castellana, inmuebles que, tras el traslado de la Corte, pone a disposición del Rey y el resto de los nobles, naturalmente a cambio de una compensación monetaria, por las molestias causadas. Vamos, que el tío se hace de oro a costa de los otros nobles y de la hacienda del reino. Como no debe saber que hacer con tanta pasta, Lerma, entristecido por el triste panorama que ofrecía el mercado inmobiliario madrileño tras la partida de la Corte, se dedica a comprar en la Villa. Cuando en 1606, el Rey (sin duda guiado por sus nada interesados consejos) decide la vuelta de la Corte a Madrid, Lerma se encuentra con que el valor de sus recientemente adquiridas propiedades se multiplica.

¡Muérete de envidia, Cachuli! ¡Roca, eres un aprendiz! ¡El Duque de Lerma sí que era un especulador de verdad! El tío trasladó no una, sino dos veces la capital de el país más poderoso del Mundo para revalorizar sus propiedades. ¡A ver quien puede presumir en la extensa historia de la estafa urbanística española de semejante hazaña! Su autor merece, sin duda, la entrada en el Olimpo de los “Jrandes desPAÑA” por la puerta grande y con alfombra carmesí, como modelo e inspiración para todos los consejeros y concejales de urbanismo corruptos que pueblan esta gran nación llamada EsPAÑA.

4 comentarios:

Peritoni dijo...

Vaya tela!. Oye, y esa Denia ¿es nuestra Denia de la costa?

Jajaja dijo...

Peritoni,
Si por vuestra Denia te refieres a Denia, provincia de Alicante, pegando con Valencia, sí, es esa. Lo de cuando formó una escuadra a sus expensas, con base en Denia, para defender la costa del Reino de Valencia, también fue muy bueno. Se suponía que el tío tenía que armar cuatro galeras, contratar tripulantes, aprovisionarlas... Vamos, un pastizal. Pues al final el "jrande" terminó ganando dinero.

Meteorismo galáctico dijo...

¡VIVA EL DUQUE DE LERMA! No tolero que le llames especulador. Él se limitó a reactivar la economía española y, además, a mejorar las “infraestruzturas” de Valladolid y Madrid.

Jajaja dijo...

Donde sí que mejoró las "infraestruzturas" fue en Lerma, donde edificó una mini-corte prácticamente de la nada. Por las fotos que he visto es una pasada. Ahí fue donde acabó la mayor parte del dinero que obtuvo "dinamizando" la economía.