Samhain
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*The journaling RPG Samhain is set during the month of October, a time when
the veil between the living world and the 'other' is thinning. For 31 days,
I...
Hace 1 semana
¿Qué? ¿No os suena de nada Alcalá del Júcar? Lo mismo nos pasaba a nosotros hace unos días. Podemos aducir como disculpa que el pueblo está bastante oculto, como una especie de Shangri-La de La Manchuela. Imaginad: Hace un par de fines de semana, al nordeste de Albacete, a unos 50 km de la capital… Avanzábamos raudos a lomos de Calimero (el C3 de Dorami) por la penillanura manchega, que se extendía a nuestro alrededor como un mar polvoriento, cuando, repentinamente, la tierra se abrió ante las ruedas de nuestro fiel corcel. Se trataba de las Hoces del Júcar: Un serpenteante cañón tallado en la roca por el río con el correr del tiempo (y del agua). Descendimos por una estrecha carretera, que avanzaba siguiendo los entrantes y salientes del terreno. Por fin, tras atravesar una hendidura en la roca realizada para que pudiese pasar la carretera, nos encontramos con Alcalá del Júcar en todo su esplendor.
El pueblo está situado sobre un espolón de roca que da forma a una de las hoces del río. El castillo se encuentra en lo alto; por debajo de él, sobre una de las laderas, se extiende el pueblo: Un Dédalo de casitas blancas surcado por estrechas callejuelas zigzagueantes. La mayoría de las casas tienen habitaciones talladas en la roca. Algunas de ellas, incluso, la atraviesan con túneles que han acondicionado como bares, con terrazas colgadas sobre el precipicio que da al río. Dorami y yo estuvimos tomando una cerveza en una de ellas, la Cueva de Masagó. No pudimos visitar la más famosa debido a la boda de la Hija del Diablo, que obligó a su padre a cerrar su Cueva. Mención aparte merece la iluminación del pueblo. Desde nuestro alojamiento podíamos verlo como una alfombra de luz blanca que se extendía sobre la montaña, coronada por el castillo bañado en luz dorada. Esta iluminación tiene el tercer premio de un concurso internacional convocado por Phillips, tras la Torre Eiffel y la Gran Mezquita de Estambul.
Nosotros nos alojamos en unos apartamentos rurales, al otro lado del río, pasado el puente romano. Estaban bastante bien, si no fuera por el colchón, que era horroroso, y porque la ducha era solo un desagüe en el suelo del cuarto de baño. Esto tiene la ventaja de que es muy fácil de limpiar, pero como no esté bien hecho el suelo puede resultar un desastre. En nuestro caso el suelo no estaba bien hecho: Teniendo en cuenta como están últimamente las Tablas de Daimiel y las Lagunas de Ruidera, estoy por apostar que teníamos en la habitación uno de los humedales más extensos de la región. De todas formas hay multitud de alojamientos en el pueblo: hoteles, hostales, apartamentos, casas rurales… Por lo visto es un lugar bastante frecuentado en verano por la gente de Albacete para escapar a los calores de la capital, así que también cuenta con una abundante dotación de piscinas y otros equipamientos deportivos.
En cuanto a los aspectos comercial y bebercial, también está excelentemente provisto. La barbacoa reina indiscutible a la hora de la comida: costillas, chuletas, chorizo, morcilla, pechugas, entrecots… El fin de semana que nosotros estuvimos no había demasiado ambiente nocturno, sin duda porque eran las fiestas de La Gila, una aldea cercana. De todas formas nosotros nos las apañamos para dar con el pub del pueblo, que no nos gustó demasiado, así que la noche siguiente nos tomamos el digestivo de rigor, tras el entripado de queso frito y costillas de cerdo, en un pub-bar de tapas que nos había recomendado la chica de la oficina de turismo (que predicaba con el ejemplo, porque después nos la encontramos allí).
Tranquilos, tranquilos… No me he vuelto loco: Lo que habéis leído arriba no es fruto de un delirio psicótico ni de una indigestión de setas alucinógenas de esas, sino la narración de los sucesos acaecidos en mi primera partida de “Yo presidente”, un “vidriojuego” editado en España pocos días antes de las pasadas elecciones del 9 de marzo. Estamos ante la versión española de un juego francés, el GPS (Geo-Political Simulator), que, al parecer, consiguió espléndidas ventas en aquel país durante las elecciones que llevaron a Sarkozy al Elíseo. Como soy un friqui y me encantan tanto la política como los juegos de gestión, no podía tardar en poner mis manos sobre él.Este es un blog para los que buscan callejones oscuros en las frías noches de febrero para maullar, sencillamente, sin complejos. ¡Ea! ¡Miau!