
Este es nuestro primer artículo tras las vacaciones y, como no podía ser menos, trata sobre el destino de las mismas: La ciudad de Nueva York. El nombre del artículo está cogido del universo superheroico de la
editorial DC. Metrópolis es la ciudad de
Supermán, de la que se dice que está inspirada en la Gran Manzana. También, por supuesto, una metrópoli es según el diccionario de la R.A.E. una ciudad principal. Y si hay una ciudad que se pueda considerar así es Nueva York.
Lo primero de todo es decir que hemos venido encantados del viaje. Hemos pasado diez días íntegros en Nueva York, que da para eso y más, y lo hemos pasado estupendamente. Al principio estábamos pensando en acercarnos a Filadelfia o a las cataratas del Niágara, pero finalmente lo desestimamos; estábamos demasiado bien en la ciudad y nos quedaban todavía cosas por ver.

En cuanto a consejos turísticos, en el caso en que vayáis a visitar la ciudad, os aconsejo que compréis el
City Pass, un cuadernillo con entradas para el MoMA, el Metropolitan, el Guggenheim, el Museo de Ciencias Naturales, el Empire State y un crucero de un par de horas a elegir entre varias posibilidades. Aunque no vayas a alguno de estos sitios, aun así te sale rentable, además de poder saltarte alguna que otra cola.
El primer museo en el que estuvimos fue el
MoMA. Debido a que el curso que viene tengo la asignatura de Arte Contemporáneo en la UNED, arrastre a la pobre Dorami por todas las salas de pintura del museo: las del quinto piso son bastante interesantes, las del cuarto (para mi gusto y el de mi churri) casi completamente prescindibles. Además estuvimos en una exposición temporal muy curiosa sobre Dalí y el cine.

El segundo museo en el que estuvimos fue el
Guggenheim. Este nos decepcionó bastante. Aunque hay que reconocer que el propio edificio es interesante, el contenido no estuvo a la altura. Está en obras, así que gran parte de la exposición permanente no está a la vista. Lo mejor: una exposición sobre los primeros años de
Kandinsky y una exposición sobre la pintura en la Nueva York de los años 40. Lo peor: la exposición temporal sobre
Louise Bourgeois que ocupaba la gran sala en espiral que forma el corazón del museo. Esta exposición se podría resumir a partir de dos de sus obras: Una especie de plasta marrón y una suerte de brocheta con varios cubitos de colores pinchados en un palo. El que quiera entender que entienda.
El último de los grandes museos en el que estuvimos fue el
Metropolitan, que es un museo de dimensiones monstruosas. Nosotros solamente vimos el ala con la pintura europea del siglo XIX y una exposición sobre
Turner y estuvimos allí toda la mañana. Además tiene salas de arte egipcio (hay incluso un pequeño templo en el interior del museo), griego, romano, medieval, moderno, americano, del siglo XX… Podríamos haber pasado allí los diez días que estuvimos en la ciudad y seguro que nos quedarían cosas por ver. Por la tarde nos acercamos a
los Claustros, una dependencia del Metropolitan situada en la parte alta de Manhattan formada por la unión de cuatro claustros medievales franceses y una capilla española. Es una especie de “edificio Frankenstein”, pero resulta muy agradable por su ambiente, por los escasos turistas que lo visitan comparado con el Met, por las obras de arte medieval que se encuentran en su interior, entre los que destacan un par de libros de horas bajomedievales, y por su situación en un parque a orillas del Hudson frente a los bosques de Nueva Jersey.

Si os gusta el Arte tampoco podéis perderos la
colección Frick. El tal Frick era un viejo cabrón con tan poca sensibilidad hacia sus semejantes como tanta para el Arte. Reunió una amplia colección privada de pintura y escultura que ahora se puede visitar en su mansión. La colección es pequeña, se puede ver tranquilamente en un par de horas, pero selecta: Tienen tres
Vermeer, un
Velázquez, varios
Goya,
Holbein,
Greco, Turner,
Whistler… Son además obras que no veréis fuera de allí, pues en su testamento estableció que ninguna de ellas podía abandonar la mansión.
En cuanto al crucero del que os hablaba en lo del City Pass, había varios para elegir, entre ellos uno a la Estatua de la Libertad y la isla de Ellis. Nosotros no hicimos ese, ya que, por lo visto, hay bastantes restricciones para subir a la Estatua, sino
uno que salía a las siete de la tarde y terminaba a las nueve de la noche, con lo que veías Manhattan al caer la tarde y al principio de la noche, cuando se habían iluminado ya todos los edificios. Espectacular. También elegimos ese momento del día para cruzar andando el puente de Brooklyn: es un paseo de media hora desde este barrio hasta Manhattan viendo el ambientillo de la gente que vuelve a casa tras el curro y como los edificios se van iluminando al acercarse las horas de oscuridad. Otros paseos muy recomendables son los de Battery Park, frente a Nueva Jersey, y el de Brooklyn Heights, desde donde se ve Manhattan desde el otro lado del East River.

Intentamos también subir al Empire State al atardecer, pero, debido a las monstruosas colas que se forman para subir a este edificio, llegamos al mirador del piso 86 de noche. De todas formas, nosotros que ya llevábamos varios días en la ciudad, lo identificamos todo perfectamente con la ayuda de la audioguía incluida con el City Pass. Y, por lo menos para mi gusto, la vista de Nueva York es más bonita de noche que de día.
Y si vais, sobre todo pasead, pasead mucho. Solo así podréis sacarle todo el jugo a esta ciudad grandiosa y sorprendente. Una mezcla de gente de todos los países y razas que no encontraréis en otro lugar del mundo. Disfrutad de su arquitectura, sorprendentemente armoniosa, donde se mezclan rascacielos de inspiración románica, gótica, renacentista o puro acero y cristal, con edificios oficiales neoclásicos e iglesias neogóticas. Estas nos llamaron especialmente la atención. Además de la catedral católica de San Patricio o de San Juan el Divino, el edificio gótico más grande del Mundo, hay muchas otras pequeñas joyas entre los rascacielos: Santo Tomás, en la Quinta Avenida, muy cerca de San Patricio, la Trinidad en Wall Street, St. Mary the Virgin en la 47th, entre la 6ª y la 7ª…
Y aquí lo dejamos por el momento. Volveremos en unos días para continuar hablando de más cosas de Nueva York. Si tenéis alguna duda, hacednos un comentario y estaremos encantados de contestaros.