domingo, 13 de abril de 2008

La culpa fue de Susana

Además de tapas, Mencías y visitas varias, estas últimas vacaciones de Semana Santa también tuvimos tiempo para hacer deporte, cosa que, por cierto, no viene mal cuando pasas unos días en tierras asturianas, básicamente, comiendo... Si a esto le sumas una madre típica (como la mía) que cocina bien, que le encanta que comas, que tienes que decir “¡basta!” antes de que empiece a echarte comida, el deporte se convierte en una necesidad vital para contrarrestar calorías y para tener más tranquila tu conciencia. En fin, el caso es que un grupo de amigos: Susana, Juan Carlos y Óscar, nos permitieron a Jajaja y a mí compartir una de su múltiples jornadas de senderismo. Salimos en dos coches de Pola de Allande (no sé si alguna vez he dicho que yo soy de allí) y nos dirigimos hacia Berducedo, parroquia del mencionado concejo allandés que cuenta con poco más de cien habitantes y que limita con Grandas de Salime, otro concejo asturiano donde, por cierto, recomiendo especialmente la visita a su museo etnográfico.

Allí dejamos un coche y en otro nos metimos los cinco dirección a “El Enxertal”, lugar donde iniciamos una ruta en la que, como la vida misma, sabíamos de dónde partíamos y a dónde queríamos llegar, pero no teníamos nada claro el trayecto. Pero, como también ocurre con la propia vida, la naturaleza nos sorprendió: un pueblo abandonado (El Provo), la compañía de un río (el Río del Oro), algún que otro peligro solventado con la mano de un amigo, recuerdos familiares (Carcedo de Lago) y un final que, como las utopías, se alejaba en la misma medida en que parecía acercarse.


Llegamos a Berducedo tras casi cinco horas de caminar. Alguien propuso ir a comer a un restaurante del lugar: “La culpa fue de María”. No encuentro palabras para describir este momento gastronómico. Me parece mediocre decir que comimos muy bien, que todo estaba exquisito, sofisticado, vanguardista, innovador... Soy incapaz de recordar el nombre de los platos, entre otras cosas porque no hay carta escrita, es oral; y ya se sabe: las palabras se las lleva en viento. Los seguidores de la serie “Doctor en Alaska” me entenderán si lo describiese como una especie de state of the mind, como un Nueva York en Cicely. Sin embargo, lo mejor no fue eso. Lo mejor vino después. Susana insistió en ir a un pueblo cercano: Fonteta. El resto no teníamos demasiado interés. Pero si a su insistencia se le añade el vino, los licores y el momento, pues no le resultó demasiado complicado convencernos. De camino, paramos en una aldea preciosa y muy bien conservada: San Salvador. Cuando llegamos a Fontenta, era casi de noche. Dimos un paseo por un pueblo semivacío (bueno, creo que nos encontramos con una persona). Y de repente vimos una imagen realmente mágica: la luna. Silencio, noche, luna: panteísmo en su máxima expresión. Gracias por tu insistencia. La culpa no fue de Maria, la culpa fue de Susana.

5 comentarios:

Meteorismo galáctico dijo...

Decidnos la localización exacta de Fonteta para que vayamos a "okuparlo". Un pueblo tan bello no debería dejarse deshabitado. Seguro que al lugareño que visteis le haría ilusión tener allí un "centro kultural okupa" para asistir a las conferencias sobre beneficios de la marihuana y a los espectáculos de malabares con diábolos, bolos y pelotitas.

Dorami dijo...

Amigo meteorismo, no estoy yo muy segura de que a "el lugareño" le hiciera mucha gracia que "okupásemos" su territorio. Aunque bueno, todo el mundo tiene un precio...

Jajaja dijo...

Además, Fonteta no está deshabitado. Es un pueblo muy "apañao". Recuerdo incluso una casa donde había una placa que decía algo como: "En recuerdo de mi abuelo D. Fulanito (no me acuerdo de su nombre) que nació, vivió y murió en este casa por lo mucho que luchó para conservarla".

El Provo sí que está abandonado. Solo hay vacas que seguramente estarían encantadas de verte hacer malabares con pelotitas.

Anónimo dijo...

¡Cuánto aprendemos de vuestros "pos" de "escursiones"!.Me ha encantado cuando dices "panteísmo en su máxima expresión"..una frase asaz pedante que hubiéramos o hubiésemos suscrito el ínclito Meteorismo o yo mismo..

Dorami dijo...

Y es que tenemos todos un punto hortera... Pero qué se le va a hacer. Yo prometo que antes no era así. Pero, parafraseando un conocido dicho: "los gatos que se mueven por el mismo callejón, se vuelven de la misma condición"