jueves, 15 de noviembre de 2007

Teruel-Albarracín-Cuenca

Siguiendo la tónica del “pollo tomatero” hoy nos tocaría hablar de la separación (perdón, cese temporal de la convivencia) de la Infanta y Marichalar. Como a mí la vida de pareja de la gente que sale en la tele no me importa demasiado, voy a dedicar este artículo a la mía (que probablemente no le importe a la Infanta). En concreto os voy a hablar de los dos fines de semana pasados, en los que hemos hecho sendos viajes, a caballo sobre el sistema Ibérico. Hace dos fines de semana en la vertiente oriental, en Albarracín, y el pasado en la occidental, en Cuenca.

En Albarracín estuvimos con un grupo de amigos: Raquel, Iván y Marramiau, una de nuestras corresponsales habituales (y a la que he tomado prestadas algunas fotos), junto con su chico y dos amigas. Al principio el viaje lo empezamos a preparar Dorami y yo y posteriormente se fue sumando gente. Esto hizo que nos tuviéramos que alojar dispersos por el pueblo. Nosotros nos hospedamos en un hostalito llamado Casa de Oria, muy barato y coquetón, ya en el Arrabal pero muy cerca del centro del pueblo y del Molino del Gato, lugar de marcha por excelencia de Albarracín. El pueblo y sus alrededores son preciosos. Si vais, no dejéis de subir a la muralla, desde donde se divisa una panorámica impresionante de Albarracín desde las alturas: agazapado, en forma de media luna sobre la roca que forma el meandro del río. Otro paseo muy recomendable es el del río, en el que sigues su curso viendo la población desde abajo. Además nosotros estuvimos viendo varios abrigos con pinturas rupestres que hay en las cercanías. No os esperéis ninguna maravilla, los “prehistóricos” esos no eran precisamente Carlos Pacheco. Pero si vais en la misma época que nosotros pillaréis el otoño en todo su esplendor. Rojos, amarillos, ocres, verdes… se mezclan en la vegetación. Solo eso ya hace que el paseo merezca la pena.

Aprovechando que estábamos a tiro de piedra de Teruel marchamos un día hasta allí. Es una ciudad pequeñaja pero muy bonita. Lo mejor, para mí, es el techo de la Catedral: Capilla Sixtina del arte mozárabe, lo llaman. La iglesia que hay junto al mausoleo de los Amantes y las torres mozárabes también merecen la pena. Algo que me sorprendió: no conocía el patrimonio modernista de Teruel. Un aliciente más para la visita.

Vamos, que volvimos muy contentos de ese fin de semana, tanto por los lugares que habíamos visitado como por la grata compañía. Aun nos quedan lugares por conocer en la zona, como Rubielos de Mora y Mora de Rubielos, así que esperamos volver en el futuro.

El fin de semana pasado volvimos a coger carretera. El viaje era el regalo de cumpleaños de Dorami. Así que la preparé un fin de semana romántico. Y, ¿qué lugar más romántico que Cuenca? Podríais decir que París, Venecia… pero al que se le ocurra irle con esas a Dorami, le corto la lengua. Pues eso, Cuenca. Nos alojamos en la Posada de San José : un sitio precioso en el Casco Antiguo, junto a la Catedral. Abríamos la ventana y teníamos unas vistas impresionantes de la Hoz del Huecar y el convento de San Pablo, el Parador de Turismo de la ciudad. Estuvimos callejeando, visitamos la catedral y también el Museo Nacional de Arte “Abstrazto”. El Museo está en las casas colgadas, espléndidamente integrado con el entorno, solo el edificio ya merece una visita. En cuanto al contenido, bien… hay cosas buenas, otras interesantes, otras que no hay por donde cogerlas y otras que, en mi modesta opinión (debo ser un inculto), son una tomadura de pelo. Para comer dos sitios muy diferentes: El Figón del Huecar, un restaurante muy “pitiflús” pero donde se come muy bien, ya recomendado por Antares en su blog, y la Bodeguilla de Basilio, un sitio donde te pides tres vinos y sales cenado, a base de la tapa que te ponen con la consumición, por nueve euros. Eso sí, en cuanto al vino yo me pediría, por ejemplo, un Torre de Gazate. El vino de la casa es solo un poco más barato y es bastante mediocre.

Este fin de semana, en cambio, nos quedamos en casa. Aprovecharemos que son en Toledo las Jornadas de la Tapa para hacer un poco de turismo gastronómico en nuestra ciudad. Yo ya he probado esta mañana, en el desayuno, la vieira glaseada con cebolla aromatizada en costra de pimentón dulce, del Museo de los Productos de Castilla-La Mancha. Cosa rica.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuenca nos gustó a nosotros también y comimos muy bien en El Figón del Huécar, como bien recuerdas en tu "pos".Apuntaremos Teruel y Albarracín para "prósimos" viajes con nuestro R19 con alerón trasero..
¡VIVA EL COMANDANTE!,
¡VIVA TITA CERVERA!,
¡VIVA RICHARD CLAYDERMAN!

Anónimo dijo...

Y los conquenses qué?
No son lo más majo, lo más bonico, y lo más simpatíquismo, ea, chorra, copón y hodo?

Jajaja dijo...

Antares,

Harás bien en apuntar Albarracín. Si vas en un puente o algo así, días en los que los madrileños abandonan en tropel la capital del "Reyno", podrías ir por Cuenca, atravesando la sierra. La carretera tiene 10 Km muy malos, pero eso sin duda no será ninguna dificultad con tu R-19 con alerón trasero.

Hel,

No voy a comentar nada sobre la hospitalidad de los conquenses teniendo en cuenta que quedamos con una y nos dejó plantados porque, según ella, sus amigos le quitaron las llaves de la "fragoneta" por ir demasiado borracha. Y no quiero señalar. Chorra, copón, fonoporta.

Anónimo dijo...

Ya se sabe, son majos pero malquedas.