
He de admitir que comprendo perfectamente al personaje que interpretaba James Stewart en “La ventana indiscreta”: Eso de observar a los vecinos e intentar adivinar cómo serán sus vidas tiene algo fascinante. Nosotros tenemos viviendo enfrente de casa dos mujeres que comparten piso. A Dorami se le ha metido en la cabeza que son una pareja de lesbianas. No sé de dónde se lo ha sacado, espero que no de su propia experiencia, porque cuando yo la conocí compartía piso con una chica y un chico. Al lado de las “presuntas” lesbianas vive una familia: el papá, la mamá y una niña un tanto repipi. Parecen la viva imagen de la familia normal pero, ¿quién sabe que indecibles horrores se esconderán tras esa fachada?
Nosotros, por otra parte, tampoco creo que seamos un paradigma de normalidad. Nos pasamos el día chillando (Dorami se sobresalta con cualquier cosa y cuando grita me asusta a mí), bailando (tenemos que practicar para nuestra clase de bailes de salón) y haciéndonos cariñitos. Yo, además, tengo cierta tendencia al nudismo hogareño. Por si esto fuera poco, ahora hemos introducido otro elemento perturbador. Dorami se pone a chillarle a la televisión “¿bromea o qué?, la bola entró”, en la mejor tradición de John McEnroe, boxeamos, realizamos extraños bailes con algo similar a un mando a distancia entre las manos… ¿Qué pensarán nuestros vecinos de nosotros? ¿Violencia doméstica, satanismo, locura transitoria, idiotez supina…? Nada de eso. La causa de nuestro aparentemente inexplicable comportamiento no es otra que ¡¡¡por fin tenemos la Wii!!!
Estas Navidades nos pusimos de acuerdo para comprarnos, como una especie de regalo común de Reyes, la nueva consola de Nintendo, la Wii. Al principio porque estaba agotada en todas partes y más tarde porque queríamos probarla antes de gastarnos los euros, hemos ido posponiendo su compra hasta ahora. Por fin pudimos probarla hace un par de semanas en casa de Belén y Emilio (a los que agradecemos desde aquí su amabilidad y su paciencia) y nos encantó. El jueves, antes de ir a ver Closer, nos acercamos por el FNAC y nos compramos la consola más un mando y un “nunchaco” adicionales. Como llegamos a casa a eso de la una de la mañana y a la mañana siguiente Dorami desestimó mi sugerencia de que llamáramos a nuestros respectivos trabajos diciendo que estábamos enfermos, tuvimos que esperar hasta el viernes por la tarde. Después de bailes de salón nos pusimos a hacer un repaso por las diferentes posibilidades del trasto. Por si alguien no lo conoce, hay que aclarar que se diferencia del resto de las consolas por como se utilizan los mandos. Estos son inalámbricos y los juegos están diseñados para que el movimiento que realices con el mando se traslade a tu yo virtual. Es decir, si el juego es de tenis tendrás que mover el mando como si estuvieras jugando con una raqueta de verdad y tu muñequito se liará a sartenazos en la pantalla como un Nadal cualquiera. Por si no os ha quedado claro aquí tenéis un vídeo promocional de Nintendo en el que veréis gente guapa jugando a la Wii y riendo como gilipollas, para que os hagáis una idea mejor de cómo funciona esto:
En realidad la gente que juega normalmente no es tan guapa (Dorami y yo sí, modestia aparte, pero somos la excepción que confirma la regla).
Ya os he hablado del tenis, que es uno de los deportes que vienen incluidos en el juego que regalan con la consola, el Wii Sports. Además aparecen el béisbol, los bolos, el golf y el boxeo. Hemos llegado a la conclusión que nos encanta el tenis, que Dorami se podría dedicar a los bolos de forma profesional (y que yo soy un negado en ese tema), que el béisbol es una chuminada y que a mí me gusta el golf (debe ser por lo de pasear por el campo con el viento revolviendo mis cabellos). En cuanto al boxeo, nos reservamos de momento nuestra opinión. En fin, que a pesar de tener una boda el sábado y una comida familiar el domingo, hemos sacado tiempo para jugar a la consola, disfrutar como comanches y obtener unas espléndidas agujetas en el proceso.
Ahora que se acerca mi cumpleaños estoy pensando que un nuevo juego, para darle algo más de variedad a nuestra experiencia lúdica, sería una buena respuesta a la anual pregunta de mis padres: “¿Qué quieres para tu cumpleaños?” ¿Quizá el Wii Fit? ¿El Mario Kart? ¿El Wii Aceitunero?
Nosotros, por otra parte, tampoco creo que seamos un paradigma de normalidad. Nos pasamos el día chillando (Dorami se sobresalta con cualquier cosa y cuando grita me asusta a mí), bailando (tenemos que practicar para nuestra clase de bailes de salón) y haciéndonos cariñitos. Yo, además, tengo cierta tendencia al nudismo hogareño. Por si esto fuera poco, ahora hemos introducido otro elemento perturbador. Dorami se pone a chillarle a la televisión “¿bromea o qué?, la bola entró”, en la mejor tradición de John McEnroe, boxeamos, realizamos extraños bailes con algo similar a un mando a distancia entre las manos… ¿Qué pensarán nuestros vecinos de nosotros? ¿Violencia doméstica, satanismo, locura transitoria, idiotez supina…? Nada de eso. La causa de nuestro aparentemente inexplicable comportamiento no es otra que ¡¡¡por fin tenemos la Wii!!!
Estas Navidades nos pusimos de acuerdo para comprarnos, como una especie de regalo común de Reyes, la nueva consola de Nintendo, la Wii. Al principio porque estaba agotada en todas partes y más tarde porque queríamos probarla antes de gastarnos los euros, hemos ido posponiendo su compra hasta ahora. Por fin pudimos probarla hace un par de semanas en casa de Belén y Emilio (a los que agradecemos desde aquí su amabilidad y su paciencia) y nos encantó. El jueves, antes de ir a ver Closer, nos acercamos por el FNAC y nos compramos la consola más un mando y un “nunchaco” adicionales. Como llegamos a casa a eso de la una de la mañana y a la mañana siguiente Dorami desestimó mi sugerencia de que llamáramos a nuestros respectivos trabajos diciendo que estábamos enfermos, tuvimos que esperar hasta el viernes por la tarde. Después de bailes de salón nos pusimos a hacer un repaso por las diferentes posibilidades del trasto. Por si alguien no lo conoce, hay que aclarar que se diferencia del resto de las consolas por como se utilizan los mandos. Estos son inalámbricos y los juegos están diseñados para que el movimiento que realices con el mando se traslade a tu yo virtual. Es decir, si el juego es de tenis tendrás que mover el mando como si estuvieras jugando con una raqueta de verdad y tu muñequito se liará a sartenazos en la pantalla como un Nadal cualquiera. Por si no os ha quedado claro aquí tenéis un vídeo promocional de Nintendo en el que veréis gente guapa jugando a la Wii y riendo como gilipollas, para que os hagáis una idea mejor de cómo funciona esto:
En realidad la gente que juega normalmente no es tan guapa (Dorami y yo sí, modestia aparte, pero somos la excepción que confirma la regla).
Ya os he hablado del tenis, que es uno de los deportes que vienen incluidos en el juego que regalan con la consola, el Wii Sports. Además aparecen el béisbol, los bolos, el golf y el boxeo. Hemos llegado a la conclusión que nos encanta el tenis, que Dorami se podría dedicar a los bolos de forma profesional (y que yo soy un negado en ese tema), que el béisbol es una chuminada y que a mí me gusta el golf (debe ser por lo de pasear por el campo con el viento revolviendo mis cabellos). En cuanto al boxeo, nos reservamos de momento nuestra opinión. En fin, que a pesar de tener una boda el sábado y una comida familiar el domingo, hemos sacado tiempo para jugar a la consola, disfrutar como comanches y obtener unas espléndidas agujetas en el proceso.
Ahora que se acerca mi cumpleaños estoy pensando que un nuevo juego, para darle algo más de variedad a nuestra experiencia lúdica, sería una buena respuesta a la anual pregunta de mis padres: “¿Qué quieres para tu cumpleaños?” ¿Quizá el Wii Fit? ¿El Mario Kart? ¿El Wii Aceitunero?