Esto de tener una vecina cotilla es un chollo. La semana pasada iniciaron las obras de la acera de enfrente de nuestra casa. Claro, como no se dignan a avisar, pues yo tenía el coche allí aparcado, impidiendo que las obras pudieran avanzar. Cuando llegué del trabajo al medio día tenía mi cochecito acorralado entre cintas y vallas por doquier. Pero, eso sí, estaba a buen recaudo porque tenemos a una vecina que es como James Stewart en su indiscreta ventana vigilando nuestros coches, nuestras compras, nuestras compañías, nuestras entradas y salidas…
La tía me estaba esperando, porque sabe a que hora llego, y me dice que ya había hablado ella con los obreros para que tuvieran cuidado con el coche. Es más, ya tenía pensado ella un sitio donde poder aparcarlo. Bueno, hasta ahí todo bien. El problema es que el tributo a pagar por la “vigilancia” es muy alto. Efectivamente, le faltaba algún pequeño detalle sobre nuestra vida. Como si fuera una periodista del corazón, lo fue hilando todo perfectamente; además, yo, inocente de mí, poco a poco fui cayendo en su telaraña: ¿Y vosotros en qué trabajáis? ¿Y de dónde sois?... (hasta aquí todo bien) Pero de repente suelta el anzuelo (y yo pico, claro está): “¿Y tu esposo a qué hora llega?” Y digo: “no, si no es mi esposo, es mi novio”. “¿¡Estáis viviendo juntos sin estar casados!?” “Pues sí” –dije yo cada vez más apocada- En fin, en este punto ya estaba la suerte echada: empezó con toda una retahíla: “que si la juventud de hoy en día, que si no hay compromiso, que qué es eso de vivir en pecado sin la bendición de Dios…” Todavía estoy conmocionada, eso sí, a partir de ahora tenemos que cuidarnos bien de dónde dejamos el coche, pues no creo que nos lo cuide más… Bueno, a no ser que le cuente que el otro día cuando estuvimos en Úbeda casi nos casan. Venga, os lo voy a contar: el caso es que nos encontramos con una boda por el juzgado. Y yo, que soy muy cotilla, convencí a mi chati para meternos dentro y ver a los novios, los vestiditos de los invitados, las horteras de las amigas solteras de la novia… El caso es que nos quedamos tan obnubilados con los trapitos del personal que sin que nos diéramos cuenta fueron saliendo todos los invitados, exceptuando los novios y nosotros. Decidimos salir rápidamente, pero en cuestión de segundos nos vimos atrapados entre los novios (por delante) y el conserje del edificio (por detrás y ansioso por cerrar). El caso es que no nos quedó más remedio que salir justo detrás de los novios. Estoy convencida de que mucha gente pensó que era una boda doble, porque mi chati y yo íbamos de guapos… Habida cuenta de lo sucedido, estoy por decirle a nuestra vecina que estamos “prácticamente” casados. Todo sea por recuperar su confianza y, lo que es más importante, su vigilancia.
La tía me estaba esperando, porque sabe a que hora llego, y me dice que ya había hablado ella con los obreros para que tuvieran cuidado con el coche. Es más, ya tenía pensado ella un sitio donde poder aparcarlo. Bueno, hasta ahí todo bien. El problema es que el tributo a pagar por la “vigilancia” es muy alto. Efectivamente, le faltaba algún pequeño detalle sobre nuestra vida. Como si fuera una periodista del corazón, lo fue hilando todo perfectamente; además, yo, inocente de mí, poco a poco fui cayendo en su telaraña: ¿Y vosotros en qué trabajáis? ¿Y de dónde sois?... (hasta aquí todo bien) Pero de repente suelta el anzuelo (y yo pico, claro está): “¿Y tu esposo a qué hora llega?” Y digo: “no, si no es mi esposo, es mi novio”. “¿¡Estáis viviendo juntos sin estar casados!?” “Pues sí” –dije yo cada vez más apocada- En fin, en este punto ya estaba la suerte echada: empezó con toda una retahíla: “que si la juventud de hoy en día, que si no hay compromiso, que qué es eso de vivir en pecado sin la bendición de Dios…” Todavía estoy conmocionada, eso sí, a partir de ahora tenemos que cuidarnos bien de dónde dejamos el coche, pues no creo que nos lo cuide más… Bueno, a no ser que le cuente que el otro día cuando estuvimos en Úbeda casi nos casan. Venga, os lo voy a contar: el caso es que nos encontramos con una boda por el juzgado. Y yo, que soy muy cotilla, convencí a mi chati para meternos dentro y ver a los novios, los vestiditos de los invitados, las horteras de las amigas solteras de la novia… El caso es que nos quedamos tan obnubilados con los trapitos del personal que sin que nos diéramos cuenta fueron saliendo todos los invitados, exceptuando los novios y nosotros. Decidimos salir rápidamente, pero en cuestión de segundos nos vimos atrapados entre los novios (por delante) y el conserje del edificio (por detrás y ansioso por cerrar). El caso es que no nos quedó más remedio que salir justo detrás de los novios. Estoy convencida de que mucha gente pensó que era una boda doble, porque mi chati y yo íbamos de guapos… Habida cuenta de lo sucedido, estoy por decirle a nuestra vecina que estamos “prácticamente” casados. Todo sea por recuperar su confianza y, lo que es más importante, su vigilancia.
6 comentarios:
El vecino cotilla y preguntón es un clásido de nuetras vidas. Un beso.
Cómo me gustan a mi las cosas de vecindades!, jajajajjaja.
Ahora, tenías que haberle dicho medio en broma que era una anticuada.
Y cuidadito con lo de colarse en las bodas que os veo en el convite, chorizos!, jajajajajaja
¡Qué vecina tan simpática! Yo creo que deberíais regalarle unos choricitos o algo para congraciaros con ella y hacerle ver que, a pesar de no estar casados, sois simpáticos y bondadosos. Ella es producto de su tiempo, no tuvo “Educación para la ciudadanía” y no tiene claros los distintos tipos de familia que existen.
Lo de entrar en una boda ajena en unos juzgados me parece de lo más simpático. En las dos únicas bodas civiles a las que he asistido no cabía un alma más en el recinto, así que no puedo imaginar que nadie pudiera haberse colado para cotillear ¿Cómo era la sala de bodas en la que os colasteis? ¿Era de algún ayuntamiento señorial? ¿Aplaudisteis cuando el enlace quedó sancionado por la autoridad competente? ¿La novia iba con traje largo y con velo? Danos más detalles, Dorami.
Juan, llevas razón; además, Toledo no deja de ser un pueblo grande.
Fernando, la nuestra es un "clásico popular".
Peritoni, de momento nunca nos hemos colado al convite, pero todo se andará.
Meteorismo, siento no estar a la altura de tus expectativas, pero te juro que lo único que recuerdo (y vagamente, pues con buen criterio los recuerdos ya van camino del inconsciente)son los trajes de las amigas de la novia.
¿Y qué sería de nuestra vida sin la vecina cotilla de turno? Echarías de menos ese gusanillo en el estómago, ese pinchazo en la nuca que sentimos cuando nos sabemos observados.
Ahora, andaos con ojo a ver si ahora os va a despedazar el coche al enterarse de que estáis conviviendo sin estar casados.
jajajajaja qué caña... por aquí también hay vecinos así... xD
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