martes, 29 de abril de 2008

Estos vecinos están locos

He de admitir que comprendo perfectamente al personaje que interpretaba James Stewart en “La ventana indiscreta”: Eso de observar a los vecinos e intentar adivinar cómo serán sus vidas tiene algo fascinante. Nosotros tenemos viviendo enfrente de casa dos mujeres que comparten piso. A Dorami se le ha metido en la cabeza que son una pareja de lesbianas. No sé de dónde se lo ha sacado, espero que no de su propia experiencia, porque cuando yo la conocí compartía piso con una chica y un chico. Al lado de las “presuntas” lesbianas vive una familia: el papá, la mamá y una niña un tanto repipi. Parecen la viva imagen de la familia normal pero, ¿quién sabe que indecibles horrores se esconderán tras esa fachada?

Nosotros, por otra parte, tampoco creo que seamos un paradigma de normalidad. Nos pasamos el día chillando (Dorami se sobresalta con cualquier cosa y cuando grita me asusta a mí), bailando (tenemos que practicar para nuestra clase de bailes de salón) y haciéndonos cariñitos. Yo, además, tengo cierta tendencia al nudismo hogareño. Por si esto fuera poco, ahora hemos introducido otro elemento perturbador. Dorami se pone a chillarle a la televisión “¿bromea o qué?, la bola entró”, en la mejor tradición de John McEnroe, boxeamos, realizamos extraños bailes con algo similar a un mando a distancia entre las manos… ¿Qué pensarán nuestros vecinos de nosotros? ¿Violencia doméstica, satanismo, locura transitoria, idiotez supina…? Nada de eso. La causa de nuestro aparentemente inexplicable comportamiento no es otra que ¡¡¡por fin tenemos la Wii!!!

Estas Navidades nos pusimos de acuerdo para comprarnos, como una especie de regalo común de Reyes, la nueva consola de Nintendo, la Wii. Al principio porque estaba agotada en todas partes y más tarde porque queríamos probarla antes de gastarnos los euros, hemos ido posponiendo su compra hasta ahora. Por fin pudimos probarla hace un par de semanas en casa de Belén y Emilio (a los que agradecemos desde aquí su amabilidad y su paciencia) y nos encantó. El jueves, antes de ir a ver Closer, nos acercamos por el FNAC y nos compramos la consola más un mando y un “nunchaco” adicionales. Como llegamos a casa a eso de la una de la mañana y a la mañana siguiente Dorami desestimó mi sugerencia de que llamáramos a nuestros respectivos trabajos diciendo que estábamos enfermos, tuvimos que esperar hasta el viernes por la tarde. Después de bailes de salón nos pusimos a hacer un repaso por las diferentes posibilidades del trasto. Por si alguien no lo conoce, hay que aclarar que se diferencia del resto de las consolas por como se utilizan los mandos. Estos son inalámbricos y los juegos están diseñados para que el movimiento que realices con el mando se traslade a tu yo virtual. Es decir, si el juego es de tenis tendrás que mover el mando como si estuvieras jugando con una raqueta de verdad y tu muñequito se liará a sartenazos en la pantalla como un Nadal cualquiera. Por si no os ha quedado claro aquí tenéis un vídeo promocional de Nintendo en el que veréis gente guapa jugando a la Wii y riendo como gilipollas, para que os hagáis una idea mejor de cómo funciona esto:



En realidad la gente que juega normalmente no es tan guapa (Dorami y yo sí, modestia aparte, pero somos la excepción que confirma la regla).

Ya os he hablado del tenis, que es uno de los deportes que vienen incluidos en el juego que regalan con la consola, el Wii Sports. Además aparecen el béisbol, los bolos, el golf y el boxeo. Hemos llegado a la conclusión que nos encanta el tenis, que Dorami se podría dedicar a los bolos de forma profesional (y que yo soy un negado en ese tema), que el béisbol es una chuminada y que a mí me gusta el golf (debe ser por lo de pasear por el campo con el viento revolviendo mis cabellos). En cuanto al boxeo, nos reservamos de momento nuestra opinión. En fin, que a pesar de tener una boda el sábado y una comida familiar el domingo, hemos sacado tiempo para jugar a la consola, disfrutar como comanches y obtener unas espléndidas agujetas en el proceso.

Ahora que se acerca mi cumpleaños estoy pensando que un nuevo juego, para darle algo más de variedad a nuestra experiencia lúdica, sería una buena respuesta a la anual pregunta de mis padres: “¿Qué quieres para tu cumpleaños?” ¿Quizá el Wii Fit? ¿El Mario Kart? ¿El Wii Aceitunero?

jueves, 17 de abril de 2008

Tres sombreros de copa

Hace unas semanas estuvimos Dorami y yo en “Madriz” viendo una obra en la que participaba mi amigo Fernando Presas. Algunos de vosotros le conoceréis; la última obra en la que participamos juntos fue “No es tan fácil”: Fernando era el camarero, no el francés sino el que le sustituyó.

La obra en cuestión fue “Tres sombreros de copa”, de Miguel Mihura, que es considerada en la actualidad como la obra cumbre del teatro español del absurdo. La acción se centra en la estancia de Dionisio, el protagonista, en un hotelucho de una pequeña ciudad de provincias la noche previa a casarse con una muchacha perteneciente a la burguesía local. Esa noche coincide con una compañía de cómicos, cuya presencia hará que Dionisio se debata entre la perspectiva de la comodidad y el aburrimiento de una vida pequeñoburguesa o la libertad y la miseria de los cómicos. Es una obra muy divertida pero que, como podréis adivinar por el resumen que os he hecho del argumento, tiene también un trasfondo amargo. De todas formas nosotros nos reímos mucho.


Los actores, por otra parte, están espléndidos. Fernando, por supuesto, lo borda, y digo por supuesto porque cualquiera que lo conozca sabe que es un actor como la copa de una secuoya. El protagonista roza la perfección y entre los demás destacaría a la protagonista femenina, al actor que hace del negro Buby y al que interpreta al futuro suegro de Dionisio, con un papel corto pero realmente hilarante.

El único “pero” que se puede poner es que la sala es muy pequeña y estás un poco estrecho. Aunque la verdad es que yo no lo noté demasiado ya que estaba completamente metido en la obra.

En fin, una obra de teatro muy recomendable para aquellos que estéis por la capital del Reino por solo 13 € (¡una obra de teatro solo 13 €!). La ponen en la Sala Karpas, en la calle Santa Isabel 19 (metro Antón Martín) hasta el 13 de julio, todos los sábados a las 19:00 y a las 21:30 horas y los domingos a las 19:00. Ya que, como os he comentado, la sala es bastante pequeña, es recomendable llamar para reservar las entradas (91 539 62 36) o comprarlas en ¡Atrápalo!

P.D.: Ya que estamos con temas teatrales, el Festival de Teatro de la Universidad Politécnica de Madrid os proporciona otra oportunidad de ver teatro, en este caso de aficionados, por poco dinero y, generalmente, de una calidad más que aceptable. Mi grupo, La Cuarta Pared Teatro Universitario, pone en escena la obra “Closer”, del inglés Patrick Marber. Esta obra (cito): “Abre una rendija para que observemos el discurrir de la vida de Dan, Alice, Anna y Larry a lo largo de 4 años de relaciones. Vemos las obsesiones y necesidades que se generan en los personajes como consecuencia de sus diferencias a la hora de enfrentarse a las relaciones y al amor. Al entrar “en la cocina” de estas relaciones somos testigos de excepción de su intimidad. Todo sale a la luz. Todo aflora y se verbaliza. Lo que la convierte en una obra descarnada y áspera, quizás no apta para públicos sensibles”.

Podéis ver “Closer” del martes 22 al sábado 26 de abril en el salón de actos de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid, en la calle José Gutiérrez Abascal, 2 (junto al Museo de Ciencias Naturales). Todos los días a las 20:00 horas, excepto el viernes que es a las 21:00. ¡Por solo 3 euretes de nada, oiga!

¡Ah! Una aclaración, por si acaso: Yo no participo en “Closer”. Ni actúo, ni dirijo, ni maquillo a los actores, ni vendo pipas y caramelos. En esta ocasión me limito a ser público: Dorami y yo seguramente nos pasemos por allí el miércoles 23.

domingo, 13 de abril de 2008

La culpa fue de Susana

Además de tapas, Mencías y visitas varias, estas últimas vacaciones de Semana Santa también tuvimos tiempo para hacer deporte, cosa que, por cierto, no viene mal cuando pasas unos días en tierras asturianas, básicamente, comiendo... Si a esto le sumas una madre típica (como la mía) que cocina bien, que le encanta que comas, que tienes que decir “¡basta!” antes de que empiece a echarte comida, el deporte se convierte en una necesidad vital para contrarrestar calorías y para tener más tranquila tu conciencia. En fin, el caso es que un grupo de amigos: Susana, Juan Carlos y Óscar, nos permitieron a Jajaja y a mí compartir una de su múltiples jornadas de senderismo. Salimos en dos coches de Pola de Allande (no sé si alguna vez he dicho que yo soy de allí) y nos dirigimos hacia Berducedo, parroquia del mencionado concejo allandés que cuenta con poco más de cien habitantes y que limita con Grandas de Salime, otro concejo asturiano donde, por cierto, recomiendo especialmente la visita a su museo etnográfico.

Allí dejamos un coche y en otro nos metimos los cinco dirección a “El Enxertal”, lugar donde iniciamos una ruta en la que, como la vida misma, sabíamos de dónde partíamos y a dónde queríamos llegar, pero no teníamos nada claro el trayecto. Pero, como también ocurre con la propia vida, la naturaleza nos sorprendió: un pueblo abandonado (El Provo), la compañía de un río (el Río del Oro), algún que otro peligro solventado con la mano de un amigo, recuerdos familiares (Carcedo de Lago) y un final que, como las utopías, se alejaba en la misma medida en que parecía acercarse.


Llegamos a Berducedo tras casi cinco horas de caminar. Alguien propuso ir a comer a un restaurante del lugar: “La culpa fue de María”. No encuentro palabras para describir este momento gastronómico. Me parece mediocre decir que comimos muy bien, que todo estaba exquisito, sofisticado, vanguardista, innovador... Soy incapaz de recordar el nombre de los platos, entre otras cosas porque no hay carta escrita, es oral; y ya se sabe: las palabras se las lleva en viento. Los seguidores de la serie “Doctor en Alaska” me entenderán si lo describiese como una especie de state of the mind, como un Nueva York en Cicely. Sin embargo, lo mejor no fue eso. Lo mejor vino después. Susana insistió en ir a un pueblo cercano: Fonteta. El resto no teníamos demasiado interés. Pero si a su insistencia se le añade el vino, los licores y el momento, pues no le resultó demasiado complicado convencernos. De camino, paramos en una aldea preciosa y muy bien conservada: San Salvador. Cuando llegamos a Fontenta, era casi de noche. Dimos un paseo por un pueblo semivacío (bueno, creo que nos encontramos con una persona). Y de repente vimos una imagen realmente mágica: la luna. Silencio, noche, luna: panteísmo en su máxima expresión. Gracias por tu insistencia. La culpa no fue de Maria, la culpa fue de Susana.

domingo, 6 de abril de 2008

Marramiau y el sexo

En breves momentos, en “Aquí hay gato encerrado”: Marramiau y el sexo.



El último fin de semana de marzo Marramiau, una de las colaboradoras habituales de este blog, fue sorprendida por reporteros de “Aquí hay gato encerrado” en El Burgo de Osma, donde acudió con su pareja para participar en las Jornadas Rito-gastronómicas de la Matanza.

La pareja llegó a la localidad soriana el viernes por la tarde y se alojaron en el hostal San Roque, en pleno centro. Después de dejar el equipaje en su habitación, una cuádruple que les fue ofrecida como cortesía del establecimiento, salieron para disfrutar de un romántico paseo bajo la luz de la luna. Las muestras de cariño que se prodigaron en todo momento permiten poner en duda los rumores sobre una crisis en su relación que les han acompañado en las últimas semanas.

A la mañana siguiente, tras visitar la catedral del Burgo, se encontraron con Dorami y Jajaja. Marramiau declinó hacer cualquier comentario sobre su posible relación con José Luis Rodríguez Zapatero. Recordemos que estos rumores surgieron debido a que el presidente del gobierno creció en León, lugar de residencia de Marramiau, y pasaba las vacaciones en su infancia en Gijón, ciudad en la que ella nació y donde vive su familia. ¿Estaremos ante el inicio de una crisis política al más alto nivel? ¿Será Marramiau la Carla Bruni española?

Tras un aperitivo a base de vino y torreznos en el Círculo Católico, las dos parejas se dirigieron a los salones del Virrey, donde tenían lugar las Jornadas. Allí los cuatro dieron buena cuenta del pantagruélico menú de dieciséis platos más entonantes y postres, todo ello regado con un excelente vino de la Ribera del Duero que corrió como si fuera agua. Al salir de la comida Marramiau insistió en subir a su habitación. ¡Uy, uy, uy, uy! ¿Será que el vino la ha puesto tontorrona? Marramiau y su Chi-co se separan de Dorami y Jajaja. ¿Esperará ella algo más de su pareja aparte de que le sostenga la puerta para pasar? Los dos se dirigen hacia su habitación, la suite 102, a través de un pasillo que recuerda por sus elegantes colores y adornos un burdel del oeste. ¿Qué encontraremos tras la puerta cerrada de su habitación? Muy pronto, después de la publicidad, en “Aquí hay gato encerrado”.



Marramiau y su Chi-co avanzan por el pasillo llave en mano hacia su habitación. Ella introduce la llave en la cerradura, abre y entra. Cuál no sería su sorpresa al encontrarse dentro de ella dos parejas de cincuentones que, en camas adyacentes, se encuentran “jugando a los caballitos”. ¡Que fuerte!

Marramiau farfulla una disculpa y sale rápidamente de la habitación. Mira su llave: Efectivamente, es la llave de la 102, la habitación en la que acababa de entrar. La confusión se resuelve en la recepción: Al parecer los empleados del hostal habían entendido que la pareja solo permanecería allí la noche del viernes, por lo que al limpiar la habitación recogieron el equipaje que tenían abierto sobre la cama, el libro de la mesilla, los neceseres del baño y la plancha del pelo y lo metieron en otra habitación cuádruple vacía.

En cuanto a las dos parejas que ocupaban la 102, cuando durante la noche del sábado se cruzaron por la calle con Marramiau, su Chi-co, Dorami, y Jajaja, cambiaron rápidamente de acera. ¿A qué viene este repentino ataque de vergüenza? Si ya hemos visto más de lo que hubiésemos querido ver. ¡Uy, uy, uy, uy!, ¿no se deberá su comportamiento a que, en vez de yacer cada oveja con su pareja, este cuarteto de cincuentones pone un poco de picante a su vida sexual a base de compartir como buenos hermanos? Y es que, la primavera la sangre altera.